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No podía saberse 2024

Existe un fenómeno recurrente en aquellos que se arrepienten de su voto por considerar que el candidato escogido para depositar la confianza resultó hacer todo lo...

Juan Ordorica
Juan Ordorica | Analista y columnista Línea Directa

Existe un fenómeno recurrente en aquellos que se arrepienten de su voto por considerar que el candidato escogido para depositar la confianza resultó hacer todo lo contrario a lo que había prometido. A este fenómeno se le denomina “No podía saberse”. Los arrepentidos argumentan que era imposible saber el futuro. No podían adivinar en lo que se convertiría su candidato instalado en el Poder.  Los detractores de este argumento aseguran que siempre se puede saber, sobre todo si se consideran los antecedentes de los personajes en cuestión. Los inocentes engañados decidieron dejarse engañar o dejar pasar evidencias claras de los desvaríos de sus elegidos.

El presidente López Obrador es el principal y actual depositario del “No podía saberse”. Para muchos era más que evidente que el tabasqueño intentaría destruir a las instituciones del país con las cuales tiene una venganza atorada. La realidad terminó por dar la razón a los que aseguran que todo lo que está haciendo el presidente era perfectamente predecible. Tal vez el tema de dar más poder a los militares sea el único tópico que, genuinamente, causó sorpresa en propios o extraños. En el resto de los temas no hay mucha duda. Era perfectamente predecible que López Obrador intentaría gobernar como el México de 1973: (economía mixta, controles presidenciables meta constitucionales, clientelismo, populismo, corrupción tolerada, partido oficial, etc)

Se acerca el 2024. Se acercan las elecciones; si bien, existe una nueva generación de ilusos pensando que ahora sí es tiempo de una nueva izquierda; que ya no se cometerán los errores de este gobierno, quienes realmente están siendo víctimas del “No Podía Saberse” son los creyentes de una oposición digna y articulada. Es verdad que hay algo más de cautela entre los ciudadanos que piensan que la oposición tiene oportunidad; sin embargo, muchos ilusos creyeron que el PRI y el PAN habían entendido las elecciones. Los ilusos pensaron que las figuras de Alito Moreno y Marko Cortes serían meros pasajeros de la ola opositora. La realidad fue otra. Ambos personajes blindaron sus intereses individuales (no podía saberse, desde luego) antes que ofrecer alternativas competitivas y entregar espacios a la ciudadanía. Los menos optimistas, pero ilusos, a fin de cuentas, consideran que los dirigentes de los partidos no le sumarían a la alianza, pero que no tendrían la capacidad de hacer daño. Claro que no le suman a la alianza y, al mismo tiempo, tienen una capacidad ilimitada para dinamitar lo poco que se pueda construir como contrapeso al régimen morenista.

Los ilusos arrepentidos creyeron que tendríamos una izquierda moderna bajo el liderazgo de López Obrador por mero pensamiento mágico. No existía ninguna evidencia que su candidato fuera a emprender ese rumbo, pero ellos decidieron creerlo y hoy aseguran que no podía saberse los verdaderos deseos ocultos del mandatario. Los soñadores opositores creen que el PRI y el PAN serán meros instrumentos para una ciudadanía con hambre de enfrentar al régimen. Para ellos. No podía Saberse que los dirigentes partidistas serían un estorbo en la construcción de otras alternativas políticas. Los ilusos de ambas partes prefieren ignorar lo obvio y enfocarse en el sueño imposible.

Las calabazas se acomodan en el camino, reza un refrán muy socorrido por los políticos. Para desgracia de los mexicanos. Las calabazas nunca se acomodan. Las calabazas terminan hechas pure y muy pocas sobreviven a los vaivenes de las torpes decisiones de los que manejan la carreta (los bueyes llevan la carreta de la oposición; no hay conductor… dirían algunos)

Por lo general, sí se puede saber el destino y el futuro de las decisiones de los actores políticos. Los arrepentidos dicen que no. Los políticos pueden engañar por varias razones: Pueden prometer cosas que no pueden cumplir o distorsionar la verdad para obtener el apoyo de los votantes; Algunos temas políticos son complejos y no tienen soluciones simples; los políticos pueden simplificar o distorsionar la información para presentar soluciones aparentemente fáciles y atractivas, incluso si no son realistas o viables.

La gente se ilusiona y se entrega a la realidad política alterna cuando un político dice compartir sus valores y creencias. Si un político representa una ideología o partido con la cual una persona se identifica, es más probable que esa persona crea en su capacidad para defender y promover sus intereses. No importa que después se arrepienta. Puede que las personas sientan que no hay alternativas viables o que los políticos existentes son la mejor opción disponible, a pesar de las deficiencias o decepciones anteriores; por eso prefieren seguir en la ilusión y nunca aceptar el error.

¿Usted qué opina, amable lector? ¿Se puede saber o no?

Fuente: Internet

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Columnista

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