El presidente López Obrador tiene razón. No puede existir nada más subversivo que Mario Bros en su reino de los hongos. Mario busca rescatar a una princesa –una representante de la oligarquía, obviamente-; no hay nada más aspiracionista que el fontanero italiano queriendo superar obstáculos y avanzar en todos los niveles posibles. Claramente el “Nintendo” atenta en contra de la Constitución Moral de la 4t y los valores culturales del pueblo mexicano.
Jugar a “Mario Kart” es la cumbre del individualismo que busca ganar a cualquier precio. Uno debe alcanzar la meta usando al resto de sus rivales como escalones y piezas intercambiables; para ganar una carrera es necesario aprovecharse sin misericordia de cuanto rival se ponga enfrente: el neoliberalismo hecho videojuego.
López Obrador sigue sin entender el mundo moderno. Llamar a todas las consolas “Nintendo” muestra un profundo desconocimiento en los temas que decide convertir en sus enemigos; en todo caso, bajo esa lógica, llamar neoecheverristas a todos los populistas sería lo adecuado, entonces la 4t es echeverrismo. Nintendo es de las consolas menos violentas que existen. La firma japonesa decidió convertirse desde hace varios años en la plataforma especializada para niños. Sus juegos evitan, en la medida de lo posible, la violencia explícita en sus videojuegos. Es una consola que apuesta por los valores familiares. Otras consolas son mucho más violentas, sin embargo, todos los videojuegos, al igual que las políticas, tienen una clasificación impresa en sus portadas que define la edad permitida para los jugadores. Es responsabilidad de los padres hacer valer esa clasificación.
La falacia de convertir a los videojuegos en los culpables directos de la violencia en México y la desintegración familiar, no es nueva. Muchos políticos de todos los países, políticos que nunca han tenido un control de videojuegos en sus manos, decidieron que culpar a la violencia virtual era más fácil que aceptar sus errores en el ejercicio del gobierno. Afortunadamente ese argumento se desmorona cuando se compara el listado de países que encabezan el consumo de videojuegos a nivel mundial (Japón, Corea del Sur, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá Alemania, Francia, España y China). A excepción de Estados Unidos, quienes tienen una veneración histórica por el uso de las armas, el resto de los países están muy alejados de tener problemas galopantes de violencia ocasionadas por armas de fuego. Culpar a los videojuegos de la violencia entre los menores de edad, es tan absurdo como culpar a los antiguos juegos de policías y ladrones; decir que provocamos la guerra por jugar al famoso juego del “Stop”, o decir que se fomenta el acoso sexual por haber jugado a la “cebollita” en las calles durante nuestra niñez. El Nintendo enseñó a toda una generación más inglés que cualquier escuela pública; el Nintendo mostró el camino a trabajar en equipo y resolver problemas en mayor medida que cualquier iniciativa oficial.
Por otro lado, hay una infinidad de estudios que demuestran las bondades que pueden llegar a generar la práctica de los video juegos (Por ejemplo: Revista Nature estudio de referencia de Daphne Bavelier y Shawn Green, del departamento de Ciencias Cognitivas de la Universidad de Rochester). Dese luego que el uso indiscriminado y sin control de esta actividad causa afectaciones a la personalidad de los individuos, pero esto es inherente a cualquier actividad del ser humano. El abuso exagerado de cualquier actividad provoca trastornos, de nuevo, es indispensable la supervisión de adultos para evitar este tipo de conductas.
El gobierno nos alerta, debidamente, que los delincuentes utilizan las plataformas de juegos en línea para reclutar a la juventud. Tienen razón, pero eso es culpa de la habilidad de las bandas, no de los videojuegos. Antes, los delincuentes utilizaban a las plazas comerciales, parques, escuelas, hasta centros deportivos para acercarse a los jóvenes y reclutarlos en sus filas. El gobierno no culpaba a los centros comerciales, parques o centros deportivos, de ser incitadores de la violencia.
Desde luego que se requiere vigilar a quienes utilizan los mundos virtuales para cometer delitos. Es correcto que las autoridades nos alerten de los peligros que corren nuestros jóvenes al ingresar a los juegos en línea, y se agradece que nos entreguen recomendaciones puntuales para evitar que los delincuentes se acerquen a nuestros hijos. Esa es una actitud correcta de parte del Estado. Esa debe de ser la medida que se debe de impulsar. Así es como podemos resolver el problema como sociedad.
El Presidente no entiende de videojuegos. Parece que los odia. No soporta la idea de tener que compartir con nadie la tarea de penetrar en la mente de la juventud. Los videojuegos no es el enemigo, el desprecio a la tecnología, sí.
López Obrador debería relajares e invitar a Marcelo, Claudia y Ricardo a una partida de Super Smash Bros ….o de FIFA. Se van a divertir mucho y, en una de esas, ganar esas partidas tendrá más credibilidad que el ganador de las encuestas de MORENA para la Grande.
¿O usted qué opina, amable lector? ¿El Nintendo es del diablo?