El peor de los fracasos de los últimos años. Así tenemos que calificar la actuación de México en la Copa Mundial de Qatar, de cuyo escenario se ha despedido, si usted quiere, con una actuación decorosa pero que de nada sirvió esa victoria 2-1 sobre Arabia Saudita. El tricolor quedó eliminado, y ni el tan cacaraqueado quinto partido que era la ilusión de muchos, pudo llegar.
A ciencia cierta se cumplieron los pronósticos: después del sorteo muchos dijimos, sin pecar de adivinos, que empataría con Polonia, perdería con Argentina y les ganarían a los árabes. Pero con lo que no contábamos era con esa sequía y falta de goles. Por allí se esfumó ese boleto que en los últimos minutos del partido parecía tenerlo en la bolsa, con ayuda de los argentinos que le pegaron a Polonia.
La anotación de Arabia en los últimos minutos para el 1-2 definitivo cayó como balde de agua helada para millones de mexicanos que siguieron la trasmisión por televisión. Toda la euforia con la que se había vivido tan intenso y emocionante juego se fue al caño. El equipo no jugó mal este partido, pero un descuido, y esa falta de anotaciones en los primeros dos partidos, se combinaron para escribir tan decepcionante participación.
El “Tata” Martino, quien gracias a Dios ya no veremos más en el banquillo de esta selección, hizo cambios que marcaron diferencia. Encontró la fórmula ya cuando la causa estaba casi perdida. Sentó a dos referentes que, en mi opinión, ocuparon espacios de otros elementos más jóvenes. Me refiero a Héctor Herrera y Andrés Guardado.
Ninguno de los dos tuvo acción ante Arabia y vimos a un equipo más dinámico. Pero en esta eliminación habría que etiquetar más como culpable al técnico, aunque muchos digan que él no está en la cancha. Con su decisión de “casarse” con un lesionado Raúl Jiménez y otro elemento inactivo como Rogelio Funes Mori, a los que cambió por el Santi Giménez y por qué no, el “Chicharito” Hernández y Carlos Vela, sentenció a un equipo sin oportunidad de un centro delantero nato.
Al final de cuentas la eliminación no se produjo por la falta de puntos. Hicieron los mismos que Polonia (segundo lugar), pero un gol, uno más que hubiesen anotado, los habría llevado a la siguiente etapa y estar más cerca del “ansiado quinto partido”.
México no solamente estaba obligado a ganarle a los árabes. Dependía del resultado de Argentina vs Polonia, juego que ganaron los primeros 2-0 para avanzar como líder del grupo, cuando en la segunda jornada casi los daban por muertos. El “hubiera” no existe, pero si Lionel Messi hubiera anotado ese penalti que falló, nuestra selección estaría en octavos de final.
Espero que el “Canelo” no lo busque ahora para reclamarle por qué falló esa pena máxima. Y con un poco de imaginación, hasta pudiera echarle la culpa de que hayamos quedado fuera. Hasta le hubiera perdonado la “dizque” ofensa que nos hizo de patear la camiseta que intercambió con Guardado, y de paso olvidarse de aquella estúpida amenaza en redes sociales, cuando dijo que “Dios quiera no encontrármelo”, entendiendo que hablaba de agredirlo.
Así se escribió esta historia que mató las ilusiones de muchos mexicanos que pensaron que con esta selección, por fin y hasta fiesta nacional se pudo haber hecho, con el famoso quinto partido.