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Muerte en el paraíso

En estos días de agresiones descaradas y vil discriminación a nuestros paisanos en Estados Unidos, es ilustrativo recordar el mensaje que envió Edgar Tamayo Arias, en...

Jorge Guillermo Cano
Jorge Guillermo Cano | Jorge Guillermo Cano

En estos días de agresiones descaradas y vil discriminación a nuestros paisanos en Estados Unidos, es ilustrativo recordar el mensaje que envió Edgar Tamayo Arias, en enero de 2014, antes de su ejecución en Texas.

Fue sencillo, un tanto escueto: que “no meta la mano el mentado consulado porque son puras pinches mentiras con esta gente”. La secretaría de Relaciones Exteriores y Derechos Humanos “nada hicieron” por defenderlo, agregaba.

“No quiero que me usen”, dijo Tamayo, previendo lo que sucedería después, cuando hasta el presidente Enrique Peña Nieto se colgó de la declaración a toro pasado. “Siempre que algún paisano va a ser ejecutado, quieren quedar bien ante las cámaras”.

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Y la realidad, más allá de inocencias o culpabilidades: “siempre vamos a ser las víctimas de nuestra pobreza y de nuestro propio color”.

Lo que más le dolía a Tamayo es que su caso nunca le importó realmente al gobierno mexicano de entonces, porque no lo defendieron como debía de ser. “Esto me llenó el plato de rabia y por eso no quiero que metan mano en nada”.

El asunto viene a cuento porque actualmente hay 61 mexicanos sentenciados y en el pasillo de la muerte.

¿CREEN QUE NO MIENTEN?

Como se sabe, el mexicano Edgar Tamayo Arias, de 46 años, fue ejecutado en la prisión de Huntsville, Texas, el miércoles 22 de enero de 2014. Murió a las 21:32 horas, 17 minutos después de que le aplicaron la inyección letal.

Tamayo fue condenado a muerte por el asesinato del oficial de policía Guy P. Gaddis, quien lo había arrestado por sospecha de robo en 1994, pero el mexicano siempre negó haber matado al policía y las pruebas en su contra no eran suficientes.

“¿Creen ustedes que los policías no mienten? -Dijo Tamayo en la última comunicación que tuvo con un programa radiofónico de Houston, poco antes de su ejecución.

Culpable o inocente, el proceso de Tamayo estuvo plagado de irregularidades, al grado que organizaciones sociales internacionales pidieron que se revisara su caso, pero el juzgado federal y la Corte Suprema de Estados Unidos rechazaron las demandas para suspender la aplicación de la pena de muerte.

Y si Tamayo asesinó al oficial Gaddis, hay dudas razonables al respecto; de que el gobierno texano asesinó a Tamayo, no hay duda.

PENA DE MUERTE: EL FRACASO SOCIAL

La discusión sobre la pena de muerte está más que vigente. Para muchos es un castigo “abominable, bárbaro, inhumano e irreparable por definición” que, en efecto, pone en evidencia el fracaso de los mecanismos de impartición de justicia y la incapacidad social para la rehabilitación y reinserción social de los delincuentes.

El riesgo de que se mate, de que se asesine prácticamente a reos cuya inocencia es descubierta después de la ejecución, está también demasiado presente y la historia registra muchos casos.

Por otra parte, en el conjunto de los reos mexicanos que en Estados Unidos han sido condenados a muerte (varios están esperando su ejecución) las irregularidades y violaciones a derechos y convenciones internacionales son casi una constante.

UNA ABERRACIÓN

Para el organismo defensor de los Derechos Humanos, Human Rights Watch (HRW), la ejecución del mexicano Edgar Tamayo Arias en Texas, violando un fallo judicial internacional que ordenaba la revisión de su caso, entre muchos otros, fue una aberración.

El gobierno de Texas se amparó en el hecho de que el fallo internacional estaba dirigido al gobierno federal de su país y que la entidad no estaba obligada a respetarlo mientras no lo aprobara.

Por eso mismo, dijo HRW, Estados Unidos debiera contar “con un mecanismo para obligar a sus gobiernos locales al cumplimiento de compromisos internacionales”. No lo tiene, ni quiere tenerlo.

La ejecución de Tamayo fue “un acto de barbarie por parte de las autoridades de Texas”, agregaba la HRW, destacando el “récord realmente abominable” que tienen en esa materia.

La Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el 2004 resolvió que Estados Unidos violó el artículo 36 de la Convención de Viena en los procesos de 51 mexicanos condenados a muerte, entre ellos Tamayo Arias, porque no se respetó su derecho a recibir asistencia consular, garantía que, por cierto, Estados Unidos reclama para sus ciudadanos detenidos en el extranjero.

EN EL TINTERO

-Los banqueros leoninos, otra vez. Intereses ilegales si se va al fondo, comisiones abusivas, convenios mañosos y más. El gobierno los ha dejado hacer y deshacer y los sigue dejando.

-Inadmisibles las agresiones del gobierno gringo encabezado por el rufián Trump y sus lamebotas al extremo. La respuesta de México sigue siendo tibia y parecen no entender que con esos especímenes agachar la cabeza no resulta.

-Como para El Colegio de Sinaloa “la solución” no está en prohibir y sancionar la apología del delito, que eso son los narcocorridos, que siga la fiesta y que vayan por los chirrines.

-Y en el sepelio del Papa Francisco, “líderes mundiales” en el colmo de la hipocresía y la desvergüenza. Pobre mundo. ([email protected]).

 

 

Fuente: Internet

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