52 mil 649 guasavenses dieron su voto a Morena para la alcaldía en 2018. Fueron 50 mil 214 los que cruzaron exclusivamente el espacio de ese partido, 1 mil 296 en fórmula con el PES y el PT, 583 junto con el PT y 454 cruzaron la boleta en el espacio de Morena y el del PES, haciendo ganar a Aurelia Leal López.
Ello obliga a ese partido a responder a la confianza de esos ciudadanos, porque no pueden dar por hecho que en automático ese respaldo se manifestará de nuevo en próximos procesos electorales. Las estadísticas electorales locales muestran que no es así.
¿Quién está al frente de Morena en el municipio? ¿A Dónde deben acudir aquellos simpatizantes que tienen necesidad de realizar algún trámite ante el partido, pedir ayuda para una gestión, etc.?
No pueden descuidar de esa manera las muestras de simpatía que la gente les dio el 1 de julio del año pasado. Ese aval que los votantes le dieron se puede ir diluyendo si no se toman las medidas apropiadas para que se sientan tomados en cuenta.
La presidenta municipal no fue postulada a la alcaldía por Morena sino por el Partido Encuentro Social (PES), parte de esa coalición, pero es indudable que es la figura con la que relacionan al partido. No sé si Aurelia Leal se vaya a afiliar a Morena o ya lo haya hecho. Si no lo ha hecho, creo que debería hacerlo. Su trayectoria de lucha y su postura ideológica hace que sea con ese partido con el que más se identifique de los tres que formaron la coalición “Juntos haremos historia”.
Dejar que las cosas solo pasen es hoy un gran riesgo. El voto guasavense es muy volátil, y así se ha manifestado. En 2015 el PAN ganó la diputación federal y en 2016 solo hizo el ridículo en la elección.
En la elección por la presidencia municipal en 2016 Morena no alcanzó a rebasar los 2 mil sufragios. Dos años después obtenía más de 50 mil y ganaba la elección.
El fenómeno puede darse también a la inversa en caso de que no sean atendidos esos miles de ciudadanos que le dieron la confianza a los candidatos morenistas, y en ello ya trabajan sus opositores. El PRI, por ejemplo, parece estar saliendo del estado de coma al que cayó luego del resultado de la elección pasada.
Podrían pensar los morenistas que son grandes los riesgos de crear una dirigencia municipal formal, y seguro que lo son, porque algo que caracteriza a ese partido es que está formado por elementos de muy diversas características, pero los tienen que correr.
Aunque digan lo contrario, que no se trata de un proceso constitucional y que ahí no juegan los partidos políticos, la realidad es que los próximos plebiscitos para síndicos y comisarios será la primera medición de fuerzas entre ellos luego de la elección del año pasado.
El caso es que el partido que más votos logró en la más reciente elección, el que gobierna Guasave con mayoría en cabildo, no tiene dirigencia oficial.
¿Ante quién pueden acudir los simpatizantes o militantes morenistas a realizar alguna gestión partidista? ¿Ante quien se dice delegada en el municipio? ¿Ante los fundadores del partido que tendrán toda la calidad moral para intervenir, pero carecen de representación formal? ¿Ante la alcaldesa que de seguro atendería pero no está dentro de sus atribuciones intervenir en el partido?
Y el tiempo corre…
