No son nada halagadoras las expectativas para la agricultura sinaloense. Y no se trata de que la naturaleza no haya sido generosa, o de que los productores no hayan sabido hacer su trabajo, sino de la intervención de factores creados por quienes jamás se han ensuciado las manos de tierra de campo.
Van los ejemplos. Garbanceros del estado tuvieron que rastrear sus cultivos que ya estaban listos para trillarse, porque eso les salía más barato hacer eso que cosechar el grano debido al precio que se les ofrecía un precio ridículo su cosecha.
Los agricultores dedicados a este cultivo prácticamente fueron dejados solos por parte del gobierno, al no establecerse un esquema general de apoyo ante la crisis. Muchos perdieron no solo la oportunidad de ganar algo, sino la inversión que hicieron.
También los productores de maíz están en serio problema debido a que un alto porcentaje de las más de 5 millones de toneladas que esperan levantar no tiene mercado, manipulada o realmente. Las casas acopiadoras por lo tanto no pueden garantizar el esquema de “agricultura por contrato”, fundamental para que el agricultor pueda acceder a precio adecuado y otros beneficios de parte del gobierno.
Una cosecha sin contratiempos de maíz, bajo una comercialización adecuada y pago oportuno y justo dejaría una extraordinaria derrama financiera para Sinaloa, que pondría en movimiento a toda la economía.
Pero resulta que los grandes industriales no se han acercado a establecer compromisos de compra del grano porque tienen inventario para operar durante meses sin necesidad de adquirir el maíz sinaloense.
Y si no hay certeza de venta de la cosecha, los centros de acopio no están en condiciones de asegurarles nada a asociados que les entregaron toda la documentación para meterse a este esquema y asegurar la comercialización de su cosecha.
Es fuerte el problema. Se pueden quedar con su cosecha almacenada sin expectativa de venta ni de precio, y así a merced de voraces intermediarios que estarían pagando el grano muy por debajo de lo referenciado.
Se ha tenido la disposición del gobierno del estado para entrarle a este problema, pero el gobierno federal parece que no está reaccionando de acuerdo a las exigencias del caso, e incluso los propios productores parece que no están dimensionando el caos que se avecina.
Y por si faltaba algo, está ahora el problema de que Estados Unidos revivió la investigación de antidumping contra el tomate mexicano, suspende acuerdo y reactiva el cobro de aranceles para ese producto, lo que para Sinaloa representa un severo golpe.
No se trata solo del impacto hacia productores de mayores recursos, como son considerados los horticultores sinaloenses, sino también de las consecuencias de esta decisión para miles de trabajadores del campo que se emplean en esas labores cada temporada.
Y en ese delicado asunto, la postura timorata, tibia, del gobierno federal, que no corresponde a la gravedad del caso y el exceso del gobierno estadounidense contra los productores mexicanos.
Ojalá y mejores las expectativas con las decisiones responsables de cada una de las partes involucradas.
