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Los encuentros deportivos tienen su encanto en la simplicidad del resultado. En cualquier deporte se sabe claramente quién es el ganador o el perdedor de un encuentro; hasta los insulsos empates (mediocridad competitiva) dejan claro que el resultado no fue para ninguno de los bandos en disputa. Se puede discutir las formas a las que llegaron al resultado, pero los marcadores son claros. No hay controversias en ese aspecto; por lo contrario, cuando hablamos de política todo es un enredo.
En teoría, las elecciones sirven para confrontar propuestas de proyectos y ponerlos bajo el escrutinio de los ciudadanos: La gente va a la urna y al final de la jornada se determina un ganador. Los ganadores toman posesión del gobierno para ejecutar sus propuestas, mientras que los perdedores se tendrían que reagrupar, analizar sus errores, volverse oposición y replantar estrategias para las siguientes elecciones. En Sinaloa no sucedió eso.
Lo que sucede en la política del estado equivale a ver coronarse al Real Madrid en contra del Barcelona en una competencia; al mismo tiempo, los jugadores del Barcelona se quitan sus playeras para enfundarse la de los merengues y dar la vuelta olímpica celebrando juntos tomados de la mano alzando la copa al mismo tiempo… o en términos beisboleros, mirar como un bateador es puesto out para dar el campeonato a su rival, pero unirse a los festejos del mismo del equipo que le acaba de arrebatar el triunfo.
Rubén Rocha Moya ganó la elección para gobernador; Morena y sus aliados borraron del mapa a sus adversarios en la enorme mayoría de los puestos en disputa. La lógica nos dictaría que los perdedores, por vergüenza política (o vergüenza a secas) entendieran que los electores no querían nada con ellos para retirarse un período de tiempo a reinventarse. No fue así. Al inicio de este gobierno podemos notar la sobrevivencia política es la actividad de moda.
Una enorme cantidad de prianistas están haciendo hasta lo imposible por sumarse a quienes los vencieron. Están quemando las camisas de su equipo con tal de sobrevivir en el erario. En Sinaloa queda muy claro quien ganó, pero la interrogante de los derrotados en un misterio. No hay perdedores visibles.
El PRI y el PAN perdieron solo en el imaginario. Cuando nos vamos a los nombres y apellidos de las figuras de esos partidos nos damos cuenta que no perdieron absolutamente nada. Se mantienen tan vigentes como si nunca hubiera sucedido la elección. Comenzamos con los actuales dirigentes del PRI y PAN para darnos cuenta que la derrota no tuvo una consecuencia real en sus carreras políticas. Juan Carlos Estrada del PAN se mantuvo en el cargo por varios meses más después de la jornada electoral. No tuvo el valor político de hacer lo correcto, dar las gracias y dejar su cargo. Por el lado del PRI, Cinthia Valenzuela tuvo mejor suerte con la derrota, hasta dos posiciones ocupa: presidenta del PRI y una jugosa plurinominal.
El mismo candidato “perdedor” de la alianza, Mario Zamora tampoco sufrió un retroceso en su carrera política. Regresó campante a su senaduría y desde ahí mantiene vigente sus sueños a futuro. Los ex gobernadores priistas parecen muy contentos con el triunfo de Morena.
Aguilar Padilla y Juan S. Millán mantuvieron o sumaron posiciones en el gobierno de Rocha a las que ostentaban antes de la elección. Personajes ligados a Malova también participaron en el botín de los triunfadores, gente cercana a su administración consiguió buenas posiciones a lo largo del estado tras el triunfo del morenísimo. Desde luego la joya de la corona para los perdedores invictos es el gobernador saliente Quirino Ordaz Coppel.
El gobernador mazatleco fue agraciado con la promesa de una embajada (aunque la cruda de una boda lo tiene con dolor de cabeza). Además, hay que sumar el control de la bancada de Morena bis en el congreso (PRI le llaman algunos desorientados).
Los diputados de Morena bis (PRI), mágicamente y de pura casualidad están viendo como el gobierno de Rubén Rocha Moya invita a sus familiares a colaborar en el nuevo gobierno. Suerte para ellos que con la derrota del Prian las oportunidades para los familiares de los diputados priistas en el servicio público se acrecentaron. Es pura casualidad, no vaya usted a creer otra cosa.
Es ocioso ponerse a nombrar uno por uno de los priistas y panistas que están asumiendo o repitiendo posiciones en el gobierno de Sinaloa. Son demasiados. Los hay de todo tipo, desde los que, hasta hace unas semanas, querían ser dirigentes del PRI pasando por los que solo son militantes del partido en el poder sea quien sea y llegando a los que tienen toda la vida bajo el cobijo de padrinos mágicos.
Morena ganó en Sinaloa, pero la clase política se mantiene invicta. La Legión de los Mismos está más viva que nunca… o tal vez solo son miembros del partido más poderoso que se haya inventado en este país: El partido huesista del poder para el poder.
¿O usted qué opina amable lector? ¿Hay perdedores en la elección sinaloense?