La esfera de lo público alude a la gama de intereses, situaciones, necesidades y circunstancias que trascienden el ámbito de lo particular y de lo estatal; lo público supone lo recuperable para el conjunto social; es un espacio de confluencia que estaría dominado por el interés más general aun cuando en la dimensión pública se confrontan particulares que alegan universalidad.
Podemos decir que lo político particular parte de lo público general para elaborar sus propuestas, se interpreta a lo público desde una perspectiva y se pretende reconocimiento de universalidad. Esa es la lógica de la confrontación política partidaria.
En este orden de ideas, en la confrontación política, la de orden general, lo conveniente es que las partes se diferencien efectivamente en sus ofertas políticas, en su visión de los grandes problemas del conjunto social y en sus propuestas para enfrentarlos.
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Suponemos que, aun tratándose de visiones de parte, estas recogen el sentido general, de manera que las diferencias entre las expresiones particulares enriquecen la visión de conjunto a la vez que permiten escoger entre alternativas diversas.
QUE NO SEA DE LENGUA
Pongamos por ejemplo el abatimiento de la pobreza en un país. Habrá expresiones políticas que pretendan superarla con las recetas neoliberales; otras, procurarán una modificación radical del sistema económico y algunas otras podrán mediar entre ambas. Destaca entre estas la que propone un Estado de bienestar conceptualmente reconstruido (como sería el caso de la llamada 4T, sin llegar al fondo estructural).
Lo que importa destacar aquí es que el interés colectivo trasciende la especificidad de las expresiones de parte, pues en todos los casos el objetivo seguiría siendo abatir la pobreza.
De ahí que desde la esfera de lo público sea donde se ubiquen los grandes objetivos de una sociedad dada.
El problema es que se esgrime el interés público en campañas y después de abandona.
HACER CONDICIÓN EL INTERÉS GENERAL
Para que la esfera de lo público opere efectivamente como el espacio de confluencia de las grandes intenciones que esgrimen las partes en la sociedad, es imprescindible que haya definiciones de política general cuya observancia sea obligatoria para todas las partes.
Aquí nos referimos no a cuestiones de principios partidarios, por ejemplo, sino a la primacía del interés general de la Nación; no a las filosofías de tal o cual organización, sino a los principios generales que dan cohesión al conjunto social.
Las propuestas particulares estarían reducidas precisamente a ese ámbito, y sería su consistencia con el interés general lo que les daría el grado de universalidad en su caso. Es decir, lo público reflejado en sus propuestas, trascendiendo los ámbitos estatal y privado.
Pero, lamentablemente, en la política de prácticamente todo el mundo, y particularmente en Estados Unidos, el interés público ha pasado a segundo o tercer término. Hoy por hoy, el interés privado y la política corrupta, navegan a toda vela.
Y SIGUE VIOLANDO LA SOBERANÍA
No se resigna Ken Salazar, el protagónico embajador gringo, al nuevo trato y con la complicidad de gobernadores mexicanos entreguistas hace sus giras para decir lo que al interés de la oligarquía de Estados Unidos conviene.
Aparte, hace sus “conferencias de prensa” injerencistas y se mete abiertamente en asuntos que son propios de México con una clara intención descalificatoria. Urge que lo ponga en orden el gobierno mexicano.
En realidad se trata de un plan en marcha contra México que han emprendido oligarcas y medios estadounidenses, con la complicidad de mexicanos traidores. Tiene que haber enérgica respuesta.
Pero la respuesta que dio la presidenta Sheinbaum, es demasiado diplomática, incluso hay quienes la califican de blandengue. La Vox Populi coincide: Salazar se debe ir con sus diatribas a otra parte (a lo mejor lo hace para congraciarse con la dupla Trump-Musk).
EN EL TINTERO
-El gran negocio de la corrupción “justiciera” en México se supone en riesgo por magistrados y jueces, también para la oligarquía, la de Estados Unidos y la de acá, que están acostumbrados a resolver sus asuntos con corruptelas. De ahí su “cruzada”, un tanto desesperada, por evitarlo. De oquis, a estas alturas.
-Un gabinete ultra reaccionario, supremacista, racista, es el que Trump está armando. ¿Para asustarse? Es el petate del muerto, ya se verá.
-Por supuesto, eso depende de la energía con que el gobierno mexicano responda. Y hay manera, aunque se dude. ([email protected]).