El anterior presidente no tuvo empacho en enviar a las instituciones al diablo. Lo hizo en sus diatribas y dejó instrucciones precisas para hacerlo por la vía legal. Al inicio de este gobierno, el diablo está más que puesto para recibir en sus dominios las instituciones que le fueron prometidas.
Para el régimen actual, poco importa que la oposición consiguiera el 40 % de los votos. El país es de ellos y no tienen por qué discutir con nadie el tipo de reglas con las cuales hay que convivir. La primera institución que tienen ganas de enviar con Luzbel es el INAI (el famoso instituto de la transparencia). La propia presidenta Sheinbaum ya dijo que ese organismo no tiene razón de ser. Ya lo sentenció a muerte. Lo que no dice es que con el INAI rumbo al infierno se va con él nuestro derecho a la información. Para la presidenta, sus conferencias matutinas son suficiente ejercicio de transparencia (así lo comentó en la conferencia del día 30 de octubre). En un México sin el INAI, el gobierno será el encargado de entregarle a los ciudadanos la información de las corruptelas que ellos mismos generan.
Siguiendo con el camino al infierno a las fauces de Satán tenemos al IFETEL. Este organismo encargado de regular las telecomunicaciones es el encargado de meter en cintura a las compañías de celular (entre otras). Es verdad que esas compañías son bastante abusonas, pero es cuestión de esperar para que vean que sus abusos se llenarán de esteroides una vez que desaparezca en IFETEL. Si sus datos le duran unos cuantos días; sin el IFETEL esos datos se volverán agua en un abrir y cerrar de ojos.
Una de las instrucciones más eficientes de nuestro sistema judicial es el amparo. Pues dígale adiós por partida doble. Si al gobierno se le ocurre pasar una calle por su casa y decide que el metro cuadrado vale un Peso, pues se ha quedado usted sin derecho a reclamar. Las reformas judiciales están privilegiando la figura del “bien común” sobre los derechos del individuo. Si tiene la peregrina idea que un juez le otorgará un amparo para evitar ese atropello, ¡Olvídelo! . Los jueces electos por el pueblo se inclinarán por proteger los intereses generales más que los de un solo individuo rijoso, fifí que no quiere actuar en favor de los demás.
Si usted pertenece a la comunidad LGBTQ+ y al gobierno en turno se le ocurre cambiar la Constitución para desaparecer los matrimonios del mismo sexo no tendrá otra opción que aceptarlo. Si en unos años, el pueblo vota por un gobierno que promueva desaparecer los matrimonios del mismo sexo y consiguen la mayoría para cambiar la Constitución pues no le quedará otro remedio que aceptar el resultado. Bajo los cambios previstos en la llamada “Supremacía Constitucional” tendrán que aceptar los designios de la mayoría sin derecho a recursos de inconformidad sin importar cuantos derechos humanos se violen en el proceso. Eso también está incluido en el famoso “Al diablo las Instituciones”.
El día de mañana usted puede tener un negocio que se dedica a la reparación de bicicletas, pero en su inmensa sabiduría, el gobierno quiere abrir una fábrica de bicicletas e impulsar leyes que den prioridad a las bicicletas del Bienestar tendrá que aceptar sin reparos todas las desventajas que implica competir en contra del gobierno. Esto sucede porque la COFECE (El organismo independiente que regula la competencia en el país) está por desaparecer. Ahora, la COFECE trata al gobierno como un jugador más en el mercado; sin la COFECE, el gobierno será árbitro y jugador. Siendo el dueño del negocio de bicicletas, no tendrá la oportunidad de reclamar nada ante el gobierno porque el gobierno será un competidor directo sin nadie que le pueda poner un alto.
Ya ni hablar de los cambios que quieren hacer en el INE, en los Partidos Políticos y el sistema electoral mexicano. Todo eso merece una columna aparte; sin embargo, basta con estar preparados para que el futuro del INE sea más cercano a las elecciones manejadas por Barttlet que aquellas que organizó Wolnderberg.
Así podemos seguir todo el día. Desde luego que todos esos organismos necesitan cambios profundos, pero la alternativa que nos propone el régimen es verdaderamente infernal. No estaban exagerando cuando querían enviar al diablo a las instituciones. El diablo tiene la mala costumbre de cobrar por los tratos que hace y parece que don Luzbel quiere venir a cobrar por lo que se le prometió.
¿Usted qué opina, amable lector? ¿Qué diabólica institución quiere desaparecer?