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La sublevación yoreme de 1769

El Ingeniero Químico Fortunato López Valenzuela, nacido en San Miguel Zapotitlán, Ahome, ha escrito un libro que ha titulado Vientos de junio. La sublevación yoreme de 1769....

José Antonio Ríos Rojo
Maestro Universitario y político. Amante de la lectura y titular de la columna Análisis y Reflexión. | Maestro Universitario y político. Amante de la lectura y titular de la columna Análisis y Reflexión.

El Ingeniero Químico Fortunato López Valenzuela, nacido en San Miguel Zapotitlán, Ahome, ha escrito un libro que ha titulado Vientos de junio. La sublevación yoreme de 1769.

En este libro nos habla de la sublevación yoreme de 1769 contra las autoridades de la corona española, por buscar recuperar  sus tierras, cultura, libertad y una mejor vida, así como detener tantos años de agravios. Tales acontecimientos tuvieron lugar en la región del bajo río Fuerte, en los pueblos de Ahome, San Miguel (hoy San Miguel Zapotitlán), Mochicahui, Charay, Sivirijoa y Tehueco, después de los cuales fueron apresados y castigados 38 líderes yoremes de los seis pueblos citados.

En una carta dirigida a las autoridades municipales de Ahome, El Fuerte, López Valenzuela y otros, han solicitado a diferentes entidades gubernamentales se otorgue a los yoremes sublevados el reconocimiento oficial como héroes regionales designándolos “Mártires de la Sublevación Yoreme de 1769” y a los seis pueblos sublevados como “Sitios de Interés Histórico Nacional” y se erijan en honor de los líderes de cada uno de los pueblos sublevados, un obelisco y una placa alusiva.

López Valenzuela, apoyándose en Sergio Ortega e Ignacio del Río afirma que los motivos del estallido de la sublevación están asociados a hechos precedentes conectados con la transformación del espacio geográfico regional provocado por la sistemática presión y abuso que los colonos españoles ejercían sobre los yoremes propiciados por el reformismo borbónico que estaba en aplicación desde años atrás, abusos que aproximadamente desde 1763 se incrementaron traduciéndose en más despojos de tierras de los pueblos yoremes ahora bajo el pretexto de las instrucciones contenidas en la real cédula de 1754 que como parte de la política reformadora del rey español ordenaba entre otras cosas la medición y reparto de tierras realengas “respetando” las propiedades indígenas.  A toda esta problemática relacionada con la propiedad de la tierra siguió la expulsión de los jesuitas, misma que fue parte de una de las reformas borbónicas importantes consistentes en disminuir o eliminar el poder de la iglesia y someterla al poder del estado, pues terminó provocando un alto grado de inestabilidad social y económica por la desaparición  de la forma de producción y de vida misional que había permanecido 162 años, y con ella la pérdida de la tierra y otros bienes misionales que al menos en parte eran propiedad y usufructo de los yoremes.

Al final, a esta cadena de eventos se sumaron los efectos de las órdenes y mandatos expedidos por José de Gálvez antes y desde su llegada a la Provincia de Sonora y Sinaloa relacionados con el envío forzado de yoremes a trabajar en las minas de California y la prohibición del uso de sus armas tradicionales, los cuales terminaron por conmocionar a la región convirtiéndose en la chispa que encendió la rebelión.

Derrotados los yoremes, fueron sentenciados los acusados los cuales se dividieron en tres grupos:

1.- Para los encontrados culpables de la sublevación: La pena capital con muerte por ahorcamiento, decapitación, exposición de sus cabezas en picotas a la entrada del pueblo, arrasamiento y quemado de sus casas, sembrado de sus terrenos con sal y deshonra de sus hijos varones.

2.- Para los primeros culpados de complicidad: Doscientos azotes, cuatro años de presidio y corte de cabello y

3.- Para los segundos culpados de complicidad: Cien azotes y corte de cabello.

Los héroes del pueblo de San Miguel.

Ocho de ellos fueron sentenciados a la pena de muerte: Basilio Flomachua, Joseph Cahuchueranete, Santiago Chichiumea, Pedro Urías, Juan Joseph Ubisireba, Santiago Ubiriseba, Andrés Baynore Chuchulero y Francisco Oposibila.

Los héroes del pueblo de Mochicahui.
Sentenciados a muerte: Joseph Lobola, Pedro Flaco, Juan Gogo, Calixto  y su hijo Lorenzo.

Los héroes del pueblo de Ahome.
Los sentenciados a muerte: Juan Yori, alias Yoriguachín, Diego Chorgualay y Agustín Zapatero.

Los héroes del pueblo de Charay.
Los sentenciados a muerte: Joseph Oporosi y Andrés Codbora.

Los héroes del pueblo de Sivirijoa.
Los sentenciados a muerte: Joseph Manuel y Pablo Antonio Mapaumea.

Los héroes del pueblo de Tehueco.
El sentenciado a muerte: Ángel Cruz.

En el próximo mes se estará presentando en el Congreso del Estado de Sinaloa el libro Viento de junio. La sublevación yoreme de 1769.

 

Fuente: Internet

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José A.Ríos Rojo

Columnista

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