El pasado fin de semana se vivió uno de los momentos más difíciles que se recuerde en la relación de México con Estados Unidos. El pasado sábado, el gobierno de Donald Trump, de manera unilateral, impuso de un arancel del 25 % a todas las exportaciones de nuestro país. De manera inopinada y sin presentar pruebas, también acusó que el gobierno de México tiene una alianza con los carteles del narcotráfico. Peor imposible.
La grave crisis comercial, política y diplomática que ello anticipaba se frenó en menos de 48 horas, el día de ayer lunes, a partir de la conversación telefónica que la presidenta Claudia Sheinbaum sostuvo con el presidente estadounidense. Ahí se acordó una pausa de un mes y en ese tiempo no se aplicarán los catastróficos aranceles que se habían anunciado por la Casa Blanca. A cambio de ello, el gobierno de México desplazará, de manera inmediata, 10 mil elementos de la Guardia Nacional a nuestra frontera norte para cerrar el paso al fentanilo y al flujo de migrantes indocumentados. Sin duda, esta negociación resulta realmente valiosa y se ha logrado aplazar la guerra comercial.
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Con esta prórroga de 30 días, el gobierno de México tendrá que ofrecer resultados y respuestas convincentes, ante los reclamos que el presidente Trump ha expuesto de manera airada, agresiva y reiterada.
Con esta negociación se gana tiempo para salvar al TMEC, al sector exportador de México que aporta el 30% del PIB y genera alrededor de 5 millones de empleos de calidad, al pagar salarios un 30% por arriba del promedio nacional. Es mucho lo que está en juego. Con los tratados de libre comercio que se establecieron desde 1994, México ya ha logrado convertirse en el principal socio comercial de Estados Unidos.
Con esta pausa se gana tiempo para salvar al nearshoring, las ventajas únicas que México tiene para atraer las empresas que salen de China y se relocalizan en otros países para poder acceder al gran mercado interno de los Estados Unidos. Si no salvamos los ominosos aranceles que nos anuncia Trump, se perderá esta histórica e irrepetible oportunidad.
En este tiempo nublado pero también definitorio, la atención de lo urgente también debería acompañarse con una más eficaz atención a lo importante. A México ya le resulta vital acelerar su crecimiento económico. La semana pasada, el INEGI informó que el PIB en nuestro país disminuyó 0.6% durante el último trimestre del 2024. Con esto se consolida el desalentador balance, un dato muy magro para el pasado sexenio del Presidente AMLO. Durante los pasados seis años, la tasa de crecimiento promedio anual fue del 0.8%, muy lejos del mediocre 2% que se observó, durante lo que él llamó periodo neoliberal.
Para relanzar el crecimiento de la economía y el desarrollo regional, la presidenta Sheinbaum ha presentado el prometedor Plan México, el cual, también puede ser una valiosa carta para negociar con el gobierno de Estados Unidos; para fortalecer el TMEC; aprovechar el nearshoring; y consolidar la integración económica de América del Norte.