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Las secuelas del histórico evento, están a la vista de todos; Son marcas diversas, variadas y originadas por un interesante antagonismo político entre bandos opuestos.
Me refiero, claro, a la consulta para la revocación de mandato, celebrada apenas el pasado domingo 10 de abril.
Un ejercicio cívico, pensado, planeado y ordenado por el representante del poder ejecutivo de la nación, y organizada por el máximo órgano electoral del país, es decir, el presidente Andrés Manuel López Obrador y el Instituto Nacional Electoral -INE-.
Hermanados ambos por un mismo objetivo, pero separados por la fobia mutua, existente entre las mismas partes.
Así se manifiesta, luego de observar la baja votación registrada en el citado ejercicio democrático, donde AMLO acusa de manera directa, clara y contundente a los consejeros del Instituto electoral de haber boicoteado el ejercicio democrático.
Y el INE a través de su consejero presidente Lorenzo Córdova, se deslinda de la acusación: “Nosotros no tenemos la culpa de que la gente no se haya interesado en participar en esa jornada electoral”, responde el funcionario.
Al presidente López Obrador no le gustó que a las urnas solo hubieren acudido a votar 16 millones 502 mil ciudadanos, de un padrón electoral aproximado a los 93 millones de mexicanos.
Los datos son en efecto dolorosos para el presidente López Obrador, cuando el INE informa que la votación alcanzó apenas el 18.2% de la lista nominal.
Lo interesante es que el coraje del Presidente no ceja, pese a saber que el 90.3 de los votantes demandaron con su sufragio que siga despachando como tal .
Además de que solo el 6.4% acudió a las urnas para exigir su retirada de sus funciones presidenciales.
La pregunta se hace entonces pertinente y necesaria: ¿Por qué el enojo del Presidente, si la votación a su favor fue abrumadora?…Es decir, logró lo que quería ¿O quizá no era ese su objetivo?
Veamos los números: En 2018, AMLO obtuvo 30 millones, 113 mil 483 votos, y hoy, después de 3 años de distancia, logra conquistar 16 millones 502 mil sufragios.
La diferencia es clara y dolorosa para el mandatario nacional y sus seguidores; le faltaron casi 14 millones de votos, para repetir la hazaña lograda en que conquistó la Presidencia.
Los números a veces son crueles y dolorosos, y en éste caso, han golpeado las entrañas de MORENA y la cuarta transformación.
Sin embargo, AMLO y sus seguidores cuentan con argumentos de peso para justificar esa enorme reducción de votos logrados en la consulta de la revocación.
“Era de esperarse con un INE amañado y predispuesto para evitar que la gente saliera a refrendar su apoyo y confianza en el Presidente”, alegan los morenos.
Y exponen como una razón fundamental, el hecho de que el INE solo instalara el 33% de las casillas electorales que la jornada nacional requería para garantizar la libre expresión ciudadana.
Y la respuesta de las autoridades del Instituto electoral se deja sentir a bote pronto: “Era de esperarse que así ocurriera, ya que el Congreso por órdenes presidenciales ordenó un drástico recorte al presupuesto que serviría para la efectiva organización.
¿Y DONDE QUEDARON LOS VOTOS GOLONDRINOS?
Desde mi percepción muy particular, y sin caer en el juego de las discusiones que el evento ha generado entre autoridades y partidos políticos, creo que, ni el INE es culpable, ni la popularidad de AMLO se ha desplomado tan drásticamente.
Creo más bien, que el pueblo sabio y bueno se abstuvo de salir a votar por falta de una real motivación y un interés que los llevara a orientar el rumbo de su Estado, municipio o la misma nación.
La gente estaba consiente que en los hechos la consulta de revocación de mandato no cambiaría las cosas para nada.
Estaba consiente y entera la gran mayoría, que la llamada consulta ciudadana en ningún caso serviría para que el presidente López Obrador fuera destituido.
Para nadie era secreto que el evento cívico no era vinculatorio, por lo que en cualquier circunstancia, AMLO seguiría gobernando hasta el 2024.
Todo ese universo de votos golondrinos, no quiso salir de la comodidad de su casa, por considerar que no había razón para desvelos, pleitos, disputas ni confrontaciones inútiles.
Entendieron los promotores del voto útil, que la CONSULTA no era merecedora de un desgaste innecesario.
Ya llegarán los tiempos en que se haga indispensable darle el verdadero valor al sufragio, pensaría quizá esa gente.
Mi conclusión final: Los votos golondrinos, no fueron votos DECEPCIONADOS del gobierno de la cuarta transformación.
Fueron más bien, votos DESINTERESADOS en una consulta inútil y mal planeada… Nos veremos enseguidita.