En la primera Transformación, Juárez en su carruaje, enfrentó al clero, desamortizó los bienes de la iglesia y reordenó al Estado y lo separó de la Iglesia.
Después llegó Porfirio y dejó la Constitución tal cual y acercó a la Iglesia al Estado, que década y media de que se fuera a París el dictador estalló el conflicto de la “Cristiada”, pero antes la Revolución nos había costado un millón de muertos. La generación política fue de corte liberal y fundacional del Estado Liberal.
Previo a eso, en la Segunda Transformación, Madero llega a ser Presidente, varios capitales se le van encima, sobre todos los de los Ingenios Azucareros, Zapata le reclama tierras, el país a la salida de Don Porfirio no logra ordenarse y el Chacal Huerta tensa el orden constitucional del 57.
Al asesinar a las afueras del Lecumberri al Presidente Madero y a su Vicepresidente Pino Suarez, sube Lascuraín, que era Ministro de Relaciones Exteriores formando un gabinete donde 45 minutos después le toma la protesta a Victoriano Huerta como Presidente.
La historia posterior ya nos la sabemos, Huerta se equivoca con los gringos y es depuesto. Esta es la generación política de la revolución, de la “Leva”, del primero disparas y después averiguas.
En la Tercera Transformación, El Presidente Cárdenas expropia el petróleo y se da un desarrollo de corte socialista, el régimen político-militar emanado de la revolución adopta un cariz social, cercano a la gente y es el gobierno de la republica que mejor entendió y prevaleció los ideales de la revolución. La generación política del cardenismo fue una generación de reconstrucción.
En esta “4 T”, o mejor dicho Cuarta Transformación, estamos ante un aparato político que va a restaurar formas de la República. Como bien lo explicó Luis Felipe Bravo Mena: “Se le devolvió legítimamente –a través de los votos- el poder a la Presidencia… y, ante tanto poder no sabemos hacía donde va”.
Estamos ante la generación política que debió de haber llegado en el 88, nomás que sin el líder que la abanderó y, estamos ante un hombre que va leyendo día a día y dando mensajes que alteran a unos y reconfortan a otros.
Estamos ante un régimen que va a pulsar a contraataques, que irá corrigiendo-averiguando y que irá devolviendo algunos símbolos del poder.
López Obrador intenta asemejarse a Juárez, en lo desconfiado y en lo directo, a Madero en la manera de acercarse al Ejército, a Cárdenas en la manera de andar de gira y dar golpes de precisión, poniendo contra la pared a grupos establecidos, con esos elementos más los propios de Andrés Manuel podremos ver que irá pincelando un gobierno de corrección, donde irá ganando espacios a fuerza de ir corrigiendo errores… si es que el margen de maniobra lo permite.
López Obrador, sabe muy bien que ante las situaciones no debe cerrarse, por que eso fue el motivo del hartazgo…
