Ganó el América su décima cuarta corona en la Liga MX, confirmando con ello haber sido el mejor equipo de todo el torneo. Derrotó a unos Tigres de Nuevo León que no pudieron dobletear, pero que, muy a su estilo, enseñaron esa garra que los caracteriza como uno de los mejores equipos en la última década.
Con ello terminó un año en el que nuestro balompié no crece ni avanza, continúa estancado e intentando sacudirse esa mediocridad que lo tiene etiquetado desde hace buen tiempo.
Las Águilas se llevaron el trofeo porque hizo una regular liguilla, excepto aquel partido de vuelta contra San Luis donde perdieron una importante racha sin conocer la derrota, pero que se planteó jugando con la ventaja que les dio aquel 5-0 en el desafío de ida.
Sin embargo, en cada triunfo o cada título, siempre surgen prietitos en el arroz para el conjunto capitalino. Esta vez no fue la excepción, y sus detractores por allí justifican el resultado. Primero fue aquella falta de Fulgencio sobre Julián Quiñones que terminó en roja directa, y después la expulsión del arquero Nahuel.
Se culpa al árbitro, como en otras muchas ocasiones, de favorecer al América. Si bien es cierto que el manotazo de Fulgencio sobre el delantero de las Águilas no era para moverlo y mucho menos para derribarlo, desgraciadamente los mismos árbitros han permitido que los jugadores hagan mucho drama por cualquier insignificante falta como esta.
Quiñones aprovechó la “cachetada” para derrumbarse, sabiendo que los silbantes sancionan con expulsión ese tipo de jugadas. Y en la del portero simple y sencillamente no tiene vuelta de hoja: bloquear la carrera del mismo Quiñones cuando era el último hombre, aquí y en cualquier parte del mundo se sanciona con el cartoncillo rojo.
Creo que, si se busca un justificante, el real lo podrían encontrar en los propios jugadores de Tigres por la forma como fallaron. Y allí no tuvo culpa ningún elemento del América. Gignac tuvo dos buenas que le hubiesen dado otro rumbo al partido. Pero es más fácil acusar al árbitro que señalar los errores del propio conjunto.
Mientras que los árbitros y el VAR no mejoren en todos los aspectos, la historia se repetirá una y otra vez. Y en eso los menos culpables son los jugadores y los equipos.
El América tiene ahora la oportunidad de presumir que es hasta el momento el equipo con más campeonatos y eso, quiérase o no, duele a quienes no comulgan con sus colores.