Estos son días especialmente tristes y preocupantes. Ayer fueron asesinados el excandidato a diputado local por el Sexto Distrito, José Román Rubio, y quien fuera coordinador de campaña por la alcaldía en el municipio de Sinaloa, Esteban López, ambos de Morena.
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Esto es un golpe tremendo a la lucha social y política y al proceso democrático en Sinaloa, pero además, pega de manera demoledora en el sentimiento de quienes aspiramos a una sociedad más justa y tranquila, a quienes pretendemos vivir en armonía y no en la barbarie.
El profesor Román Rubio era un ser humano extraordinario y un luchador social incansable, siempre comprometido con las mejores causas, hombre de convicciones ideológicas firmes e indeclinables, con un gran compromiso con los segmentos más vulnerables de la sociedad.
Hombre sencillo y humilde, que nunca fue un mercenario de la lucha social ni de su incursión en la política partidista.
Lo conocí hace más de 30 años en la lucha magisterial y social primero, y luego en su actividad partidista, siempre en la izquierda.
Gracias a él conocí la realidad en la que vivían, y viven, cientos de familias de la sierra, particularmente en comunidades rarámuris, por las que sentía, y así lo demostró hasta su muerte, un especial interés de ayudar.
Más allá del mero trato profesional, logramos construir una amistad que nos llevó a un trato más personal con esporádicas charlas en nuestros encuentros, en los que podíamos coincidir o disentir, pero siempre en un marco de absoluto respeto.
Su asesinato, luego de haber participado como candidato de Morena y Partido Sinaloense a la diputación local por el Sexto Distrito electoral, manda un terrible y amenazante mensaje a la lucha social y política, de atrevimiento y segura impunidad que incita a la comisión de estos lamentables crímenes.
No merecían, ni el profesor Román Rubio ni Esteban López, un final como este. Queda la exigencia a las autoridades de un esclarecimiento a fondo de tan abominables hechos y castigo a los responsables.