A principio de los años 70´s del siglo pasado, aunque usted no lo crea, en el auditorio del edificio del PRI, ubicado por el Boulevard Francisco I. Madero, en Culiacán, pasan buenas películas, buen cine, que le hacían la competencia al Cine Colón. En ese lugar vi la película “Estado de Sitio”. Estado de Sitio es una película franco-italiana de 1972, del género thriller político, dirigida por Costa-Gavras. Es una película que describe la situación política de Uruguay, su golpe de Estado en 1973, y sobre el movimiento guerrillero de los Tupamaros, que se desarrolló en Uruguay.
José Alberto Mujica Cordano (Montevideo, 20 de mayo de 1935), mejor conocido como José Mujica, o El Pepe, es una de las figuras más importantes de la izquierda latinoamericana.
En su juventud fue guerrillero tupamaro en búsqueda de un mundo mejor. Estuvo encarcelado 13 años continuos, sometido a aislamientos y torturas por la dictadura militar de Uruguay (1973-1985).
El 1 de marzo de 2010, asumió la presidencia del país, frente a él desfiló el regimiento militar “Florida”, que lo había mantenido preso, y en un gesto que llamó la atención a propios y extraños, Mujica lo saludó con respeto. “La vida me enseñó que el odio envenena, no construye. Hay que tratar de apartarse del odio, porque el odio es cultivar lo peor de lo que llevamos dentro”.
Pepe Mujica se considera un campesino frustrado, dice que pertenece a una generación que quiso cambiar el mundo, que creyó que, cambiando las relaciones de producción y distribución, podíamos tener un mundo mejor.
La utopía revolucionaria que le inspiró dice que sigue vigente. “El problema es que, si no cambia la cultura, no cambia nada, y el cambio cultural es el más difícil de todos”. Es más fácil cambiar una realidad material que una realidad cultural. Los sistemas terminan creando cultura subliminal, no consciente, no pensada.
“Ármate y espera”, fue una frase que empezó a aparecer en los muros de Montevideo junto a un signo misterioso: una estrella con la T al centro. Era a mediados de la década de 1960 y la policía no tenía claro que significaba aquello. Aumentaban los reportes de asaltos a bancos, robo de armas, agitaciones estudiantiles y sindicales. En 1965 la policía detuvo a José Mujica durante un fallido asalto bancario, aunque ocho meses después quedó en libertad.
Durante la presidencia de Jorge Pacheco Areco (Partido Colorado), entre 1967 y 1972, la confrontación violenta y la inconformidad de sectores laborales se agravó y Mujica recibió seis balazos. Pero sus actividades insurgentes no cesaron. Cayó preso cuatro veces siendo brutalmente torturado. Se fugó en todas ellas. Hacia 1973 se había convertido en uno de los principales líderes de la guerrilla urbana, posición que lo convirtió también en uno de los principales blancos del ejército.
En 1973 un grupo militar dio un golpe de Estado, instaurando una etapa de censura y represión en Uruguay, hasta 1985, con el retorno de la democracia y la amnistía para los presos políticos. Mujica fue apresado en 1973 y se convirtió en uno de los tupamaros que la dictadura ejecutaría en caso de que su organización retomara las acciones armadas. Durante 12 años sufrió las condiciones más infrahumanas de cautiverio; dos años lo tuvieron encerrado en un aljibe. “En un pozo -contó- descubrí que las hormigas gritan: basta con acercarlas al oído para comprobarlo”. Pasó siete años sin leer.
En 1985 salió de la cárcel convertido en una leyenda. Muchos de sus compañeros se exiliaron y otros se sumergieron en el ostracismo. La utopía tupamara de insurrección entraba en la disyuntiva de aceptar o no las reglas del juego democrático.
En noviembre de 2010, en la segunda vuelta, el extupamaro ganó la presidencia de la República Oriental del Uruguay, en el Congreso uruguayo, su esposa, Lucía Topolanky -en su papel de primera senadora de la nación- tomó el juramento al nuevo presidente, con la presencia de los Kirchner, el presidente ecuatoriano Rafael Correa, el mandatario venezolano Hugo Chávez y la secretaría de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton.
En el libro AMÉRICA LATINA contra el NEOLIBERALISMO de Johnn M. Ackerman, viene una entrevista a Pepe Mujica. Transcribo una parte de ella.
John Ackerman: El buen vivir…
José Mujica: El buen vivir significa que hay que trabajar para vivir, y el que no trabaja está viviendo de la costilla de alguno que trabaja, en todos los órdenes. Pero la vida no es sólo trabajar, hay que asegurarse tiempo para las relaciones personales, para los hijos, para el amor, para jugar a las cartas con los amigos cuando uno esté viejo y hacer recuerdos.
John Ackerman: Esto es cierto, muy cierto. Y durante 15 años, y de manera particularmente intensa, en cinco años, en un pequeño pero gran país, que se llama Uruguay, se hizo un experimento. Empezó la transición ecológica a energía renovables, se legalizó la mariguana para el consumo y se hizo una empresa estatal para regular y controlar el mercado. Se acabó la pobreza a la mitad, creció la economía a una taza de 4-5 por ciento, hasta llegó a 8 por ciento en un año. ¿Cuáles son tus lecciones de este periodo? ¿Es sustentable el modelo uruguayo para los demás?
José Mujica: El Uruguay tiene una historia que no empezó con nosotros, es muy antigua. En 1907 reconocieron la prostitución, la organizaron, y en 1912 le dieron la libertad de divorcio a la mujer por su sola voluntad. En 1915 reconocieron las ocho horas de trabajo. Tuvimos un presidente que escribía “dios” con minúscula y que separó la Iglesia del Estado, y que tuvo el coraje, siendo presidente, de juntarse con una mujer con tres hijos, y que estableció una serie de reformas como la pensión a la vejez. Nosotros somos herederos de ese tiempo. De esa época viene la nacionalización de la producción eléctrica hasta el día de hoy. Y los bancos más grandes son del Estado. Y una política sobre todo de construcción permanente de bienes públicos.