En Los Ángeles, California, miles de personas protestan por los abusos contra la comunidad migrante, familias enteras salen a las calles con banderas mexicanas y estadounidenses, toman avenidas para pedir respeto a los derechos humanos de los detenidos en las redadas. Inmigrantes en Denver protestan contra las políticas migratorias de Donald Trump, en Nueva York y San Diego decenas de comercios han cerrado sus puertas temporalmente en apoyo al movimiento llamado “un día sin migrantes”, convocado por ciudadanos y organizaciones no gubernamentales que buscan visibilizar los abusos de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas ICE -por sus siglas en inglés-.
En el condado de Stanislaus California, un video muestra como el Sheriff se presenta ante un grupo de inmigrantes en un campo agrícola, después de preguntarles si alguien hablaba inglés y tener una respuesta negativa, un oficial del grupo asume el papel de traductor. El agente explica detenidamente a los presentes que la oficina del alguacil, del condado y la policía local no participará en las redadas de deportación, que eso es asunto de los “federales”, que pueden estar tranquilos en el pueblo y que, cumpliendo con un buen comportamiento, siendo buenos trabajadores y vecinos de la comunidad no tendrán problemas con ellos.
Lo mismo pasó en Huron, una pequeña comunidad de Fresno en California, las autoridades locales determinaron hacer del pueblo de apenas 6,700 habitantes un espacio libre de persecución migrante. Según la resolución de la autoridad local, nadie podrá ser molestado por su condición migratoria y solo podrán colaborar con las acciones federales en caso de delincuentes convictos.
Mientras las protestas suman más simpatizantes en los Estados Unidos, de este lado de la frontera conocemos el procedimiento de deportación en voz de los primeros inmigrantes deportados por el nuevo gobierno republicano. Detenciones arbitrarias en escuelas, centros de trabajo, supermercados, oficinas públicas y barrios latinos son parte de las experiencias narradas por hombres y mujeres que ingresan al país por las diversas “garitas”.
Historias de abuso como la relatada por Jonathan Hernández migrante guerrerense que fue detenido el miércoles 29 de enero pasado en Miami Florida. Según su historia, al llegar a su trabajo en un campo agrícola, elementos del ICE ya esperaban a un grupo de 150 trabajadores todos indocumentados. En la operación más de 75 quedaron detenidos, fueron esposados de pies y manos y trasladados a Brownsville para después ser deportados en un vuelo a Reynosa. Durante su detención no le fueron proporcionados alimentos sólidos y le fueron despojadas todas sus pertenencias incluyendo 800 dólares que traía al momento de su detención.
María Juárez fue detenida con su pequeño hijo al salir de un supermercado en Chicago por la confusión en un incidente menor de tránsito en el estacionamiento de un centro comercial. Sin oportunidad de llamar a nadie fue conducida por una serie de oficinas y estaciones en donde le tomaron datos personales, fotografías y huellas dactilares, de la misma forma que narran otros deportados fue despojada de todas sus pertenencias. La dejaron con su hijo en la frontera de Matamoros sin un dólar y apenas con lo que llevaban puesto. En los días de detención, la alimentación fue escasa y agradece que al menos al niño le dieron un poco de leche y pan más por conmiseración de un agente fronterizo que por un programa de atención institucional que respete los derechos humanos.
Martín Mares vivió casi 20 años en Pomona California, se casó y divorció en los Estados Unidos. Nunca arregló papeles y un mal día, después de infringir una ley de tránsito fue citado a la corte en donde lo obligaron a firmar una serie de papeles aceptando deportación inmediata. Le quitaron todas sus identificaciones y tarjetas, dejó su carro afuera del juzgado, su casa y en ella a su perro. Después de dos días, en los cuales estuvo incomunicado, fue dejado descalzo en la garita de Tijuana. Al pasar el puente, no conocía a nadie y no tenía manera de llamar a un vecino para pedirle que le diera de comer algo a “Bruce Lee” su querida mascota a la que difícilmente volverá a ver.
Hay necios que aún se preguntan: ¿Por qué protestan los latinos en EUA? ¿Tienen derechos los inmigrantes? ¿Que no es delito ser indocumentado? Luego le seguimos…