Al momento

Internacional

Esto podría funcionar

De las ciudades más sorprendentes que he visitado en el mundo es la capital del departamento de Antioquia, en Colombia. Medellín es una metrópoli ejemplo de...

Jesús Rojas
Jesús Rojas Rivera. | Jesús Rojas Analista y columnista Línea Directa.

De las ciudades más sorprendentes que he visitado en el mundo es la capital del departamento de Antioquia, en Colombia. Medellín es una metrópoli ejemplo de la transformación positiva, la segunda más grande del país sudamericano marcado por años de conflicto y violencia durante casi tres décadas.

Caminar por sus calles es sumergirse en la historia de una urbe que aprendió -de la peor forma- que la violencia puede superarse desde el cambio cultural, educativo y la participación social. Medellín es una de las 76 ciudades de aprendizaje de la Unesco, de las pocas que conozco lo son: Bluefields en Nicaragua, en donde uno aborda un pequeño barco para ir a las famosas “Islas del Maíz” joyas en el ignoto caribe centroamericano y Querétaro, capital del estado con el mismo nombre, que es una de las más seguras de México, según el Inegi.

La Unesco reconoce y destaca a ciudades del mundo que hacen esfuerzos destacados para promover el aprendizaje a lo largo de una vida. Es decir, ciudades que apuestan por entornos públicos para que la educación y la formación sean constantes, garantizando permanentemente el derecho a la educación de todas y todos.

Generalmente el derecho a la educación se vincula con los derechos de la infancia, pero está demostrado que el individuo toda su vida adquiere conocimientos. Bajo esa lógica, las ciudades que faciliten la educación de las personas a lo largo de toda la vida, mejoran la calidad de vida de sus habitantes, disminuyen las conductas sociales negativas, abonan a la convivencia entre sus miembros y fortalecen el tejido social.

Una ciudad en donde se aprende todos los días, es una ciudad donde la cultura florece, los derechos humanos se respetan, los gobiernos mejoran ante una sociedad más crítica y participativa y las condiciones de vida, partiendo de los índices de desarrollo humano, se incrementan significativamente.

Hace días me enteré por casualidad en las redes sociales de Juan de Dios Gámez Mendívil, que junto con la Unesco y la Asociación Civil “La Casa del Maquío”, se firmó un convenio de intención para hacer de Culiacán una de las ciudades de aprendizaje en el mundo, lo cual no solo me parece adecuado, sino algo sumamente pertinente en el marco de nuestras circunstancias.

Esta es una respuesta positiva para los que se preguntan: ¿Qué podemos hacer para cambiar la realidad de nuestra ciudad doblada ante el crimen?, ¿Pueden salir las comunidades de las espirales de violencia?, ¿Hay manera de recomponer el tejido social en donde la guerra lo ha fracturado todo?

La respuesta es sí, no es fácil, pero es posible y la educación es uno de esos caminos. Por eso la importancia del anuncio, si logramos hacer de Culiacán una de estas ciudades indexada a la lista mundial por la Unesco, estaremos dando un paso gigantesco en la recuperación positiva de la paz.

Ahora bien, debo decirlo con todas sus letras, la intención no es algo fácil de lograr. Para ser una de las ciudades del aprendizaje se deben cumplir estándares altos que transformen espacios públicos. No se puede lograr sin la voluntad y el esfuerzo congruente de la autoridad municipal, y por supuesto sin el involucramiento de la sociedad civil organizada.

Una ciudad de estas características construye “ecosistemas de aprendizajes” es decir, lugares favorables -preferentemente espacios públicos- para adquirir nuevos conocimientos. Procura el desarrollo de “habilidades para toda la vida” esto no solo en población joven sino en deciles adultos, y adultos mayores. Fomenta la educación inclusiva de personas con discapacidad, así como políticas de enseñanza con perspectiva de género. Reducción de la brecha digital, educación en prisiones para personas privadas de su libertad, para inmigrantes y desplazados por violencia.

¿Qué se necesita para que Culiacán lo logre? Básicamente toda la disposición gubernamental, mucha participación de la sociedad civil y el involucramiento de los sectores económicos privados que apoyen los esfuerzos cuando los recursos públicos sean escasos o difíciles de canalizar por temas de burocracia o un marco normativo obsoleto. ¿Qué ganamos?  Dense una vuelta por Medallo, Doha, Marrakech, Sejong, Girona o Lausana, y verán lo grandioso que es el programa cuando es adoptado como un compromiso de todos. Luego le seguimos…

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Jesús Rojas Rivera

Jesús Rojas Rivera

Columnista

Jesús Rojas Rivera

Ver más

Al momento

Suscríbete a nuestro boletín

Para tener la información al momento, suscríbete a nuestro boletín en el tendrás las últimas noticias de Sinaloa, México y el mundo.