En la vida hay gente que deja huella, no por lo que tiene, sino por lo que da. Eleazar Madrid Jáquez fue de esos hombres que nunca se quedaron con los brazos cruzados cuando se trataba de ayudar.
Empresario, altruista y mochitense de pura cepa, su partida deja un vacío, pero también un legado de trabajo, generosidad y compromiso con su gente.
Este sábado, su familia dio la noticia de su fallecimiento a los 77 años, dejando tras de sí una historia que no solo se escribió en su empresa de motocicletas Yamaha Los Mochis, sino en cada causa social que impulsó. Apenas el 5 de marzo, sus amigos y seres queridos le rindieron un homenaje en vida, agradeciéndole tantas buenas acciones y celebrando su entrega por los demás.
Más que un empresario, un hombre de palabra y acción
Mochis lo recordará siempre sobre su moto Yamaha, con ese porte de hombre echado pa’ delante, que veía el mundo con entusiasmo y actuaba sin esperar nada a cambio. Su negocio de motocicletas fue su trinchera, pero su corazón estaba en las calles, en las escuelas, en las playas y en cualquier rincón donde pudiera hacer algo bueno.
Sigue la Columna de Víctor Torres en la sección especial de Línea Directa
Ahí está el ejemplo de la campaña “Topo Limpio”, que organizó en 2023 para darle una mejor cara al puerto. No fue una iniciativa cualquiera: convocó a sus trabajadores, invitó a la comunidad y, como era su costumbre, puso el ejemplo con trabajo. Lo mismo hizo en la playa de El Maviri, donde encabezó brigadas de limpieza con su equipo.
Pero Eleazar Madrid no solo pensaba en el presente, también en el futuro. Fue clave en la creación del Colegio Los Andes en Los Mochis, presidió el Patronato de Casa Hogar Santa Eduwiges y apoyó mejoras en la playa de Camahuiroa. Además, ayudó a jóvenes con discapacidad a seguir estudiando, consiguiéndoles transporte y oportunidades para que construyeran un mejor porvenir.
Un legado que no se apaga
Hay hombres que se van, pero su ejemplo queda. Eleazar Madrid Jáquez fue de esos que no hizo ruido sobre lo que daba, pero que cambió muchas vidas con sus acciones. Sus amigos lo recuerdan como alguien con una energía inagotable, que cuando se proponía algo, lo lograba.
Si se necesitaba apoyo para una escuela, ahí estaba. Si hacía falta organizar algo en la comunidad, él ponía el primer ladrillo. Y si se trataba de mejorar su querido Mochis, nunca le faltaron ganas ni voluntad.
Hoy, la ciudad despide a un mochitense de verdad, un hombre que no solo soñó con un mejor Sinaloa, sino que trabajó para verlo hecho realidad.
Descansa en paz, Eleazar. Tu legado sigue rodando, como aquella moto que tanto te significaba para ti.