El martes pasado se cumplieron cinco años del fallecimiento de Pedro “Pery” Meza, que para un servidor y un extenso número de aficionados, ha sido el mejor basquetbolista que ha dado Sinaloa en toda su historia.
Y con su aniversario luctuoso retomo un tema que plasmé en esta misma columna pocos días después de su deceso respecto a que el todavía conocido como Parque Revolución, pero oficialmente “Juan S. Millán”, debe llevar su nombre como una manera de reconocerle sus extraordinarios méritos y las muchas ocasiones que le tocó poner en todo lo alto el de Sinaloa y México.
Recuerdo que cuando hice mención de que el único acto de justicia para el “Pery” era que el Parque de la avenida Obregón se le conociera como “Pedro Meza”, a los pocos días hubo un debate en redes sociales por iniciativa del amigo y colega Aarón Ibarra, a cuyo barco se subieron gran número de compañeros del gremio y aficionados, sobre todo seguidores del basquetbolista en mención.
Por unanimidad levantaron la mano para pedir ese cambio de nombre, pero nadie tuvo la iniciativa de solicitarlo de la manera correcta y legal en el Ayuntamiento. La autoridad por sí sola no iba a tomar el caso y analizarlo. Con la sola intención no se lograba nada y aquella idea quedó en el aire, como muchas otras propuestas que han surgido pero que no se concretan, como, por ejemplo, la de bautizar algunas calles –aunque sea en colonias populares- con nombres de grandes figuras del deporte que ahora ocupan un sitio en el nicho de los inmortales del municipio.
Seguro algunos se preguntarán que puedo estar en desacuerdo con que se hayan inclinado por el nombre de Juan S. Millán y no el de un deportista para el recinto ícono de eventos culturales, artísticos y deportivos de la ciudad. No, para nada.
El sentimiento del aficionado siempre estará a favor del deportista para un caso como el que nos ocupa. No existe una ley que obligue a respetar a perpetuidad el nombre de un escenario. El más claro ejemplo está en el estadio de béisbol, casa de los Tomateros, cuyo parque tras su remodelación dejó atrás el nombre de “Ángel Flores” para conocerlo de manera momentánea como “Nación Guinda”.
Y digo momentánea, porque desde que se remodeló hubo la intención de llamarlo “BBVA”, la marca de un banco, pero que fue frenada por el Ayuntamiento que exigía una “mochada” del desembolso que haría dicha institución, y que hasta la fecha es un tema que la organización Guinda no ha desechado.
Otro merecedor de un reconocimiento para llevar su nombre el Revolución es Julio César Chávez. La máxima gloria del boxeo en México también lo merecía y lo sigue mereciendo. Así que, si algún día alguien realmente llegara a mover el tapete, estoy seguro que la disputa estaría solo entre esos dos hombres.
A Chávez lo ofendieron en su momento bautizando una bodega en el interior del Parque 87 con su nombre. ¿Y si se catafixia el de JC por el de Millán?
