Me parece que en este asunto del conflicto entre el Ayuntamiento de Guasave y el sindicato que agrupa a los trabajadores a su servicio se han mostrado de ambas partes posturas que no envían un buen mensaje.
Este martes se declaró inexistente la huelga de trabajadores al servicio del Ayuntamiento de Guasave, iniciada ayer lunes. No voy a cuestionar si tal decisión es justificada o no. Para eso están las instancias correspondientes.
Me voy sobre algo que me parece menoscaba cualquier movimiento. La intransigencia y los insultos.
Por una parte, denostar en automático al interlocutor denigra a quien descalifica y demerita su calidad moral para hacer los reclamos pertinentes ante lo que considere violatorio de los derechos de sus representados. Porque pareciera que se recurre al insulto ante la carencia de argumentos razonados y contundentes, aún cuando no fuera así.
Los líderes deben ser lo que les gusta que piense su contraparte que son. También, ofrecer en el trato lo que ellos mismos quieren recibir. No abusar, no ofender y siempre respetar.
Si el líder o su contraparte es un patán, será visto como un patán y su calidad de interlocución irá desmereciendo. De aquí para allá, y de allá para acá.
Marcar con motes insultantes a quienes con ellos tienen diferencias, no ayuda a ningún líder al tránsito civilizado en la relación obligada que tendrán las partes. Al contrario, lo desgasta.
Alejandro Pimentel es un líder sindical que tiene una gran base y es dueño de un tremendo respaldo de los agremiados que representa. Pero eso tampoco le da derecho al agravio como estrategia ni a la injuria como bandera de lucha.
Como lo hace él con sus representados, la presidenta municipal defiende una postura que considera la adecuada para el municipio en cuanto a relación con los empleados sindicalizados y su líder, y ante presuntos excesos y privilegios en su trato.
Aurelia Leal simplemente está en su papel como administradora del municipio. Y Alejandro Pimentel en el propio defendiendo a sus representados. Hay formas de que cada quien haga lo que le corresponde, sin insultos.
No es lo más apropiado ni decente endilgarle a la alcaldesa motes como “la Hugo Chávez de Tamazula”, ni “la Pinochet de Tamazula”, o dictadora como él le dijo. Eso en nada ayuda y, al contrario, demerita la imagen de quien los endosa.
Insisto: no es el comportamiento más apropiado, cuando menos a nuestro juicio, para un líder sindical que ha transitado en medio de serios conflictos en defensa de sus representados.
Como no lo ha sido tampoco el mejor de los mensajes el que funcionarios y asesores se hayan presentado al sitio donde hace unos días estaban apostados los trabajadores en un paro que al final fue declarado ilegal, acompañados por varias patrullas y decenas de policías en una clara intención intimidatorias.
Que también le bajen. Una de las cuestiones elementales en el trato del gobierno con sus trabajadores es el estricto respeto a su dignidad.
Diriman en los tribunales sus diferencias. Para eso están las instituciones. Pero tampoco las descalifiquen solo porque alguna de estas no les otorgue la razón.