En política, lo mejor es enemigo de lo posible. Buscar la excelencia es una aspiración legítima, tanto o más trascendental como estirar la liga hasta donde las condiciones lo permiten. Desconocerlo es ingenuo. El método de selección del Frente Amplio Opositor (FAO) impulsado por grupos de la sociedad civil organizada y los principales partidos de la oposición es tan incluyente, como se pudo. ¿Pudo haber sido más abierto?, sí; ¿es mejor que lo que se tenía?, también sí.
Todo apuntaba hacia un proceso tradicional, donde cada uno de los partidos escogería a sus candidat@s y al final los confrontarían en una encuesta. Los candidatos propuestos serían aquellos con mayor peso en la cúpula partidista, no por ello cercanos al ciudadano. En sentido contrario, el Frente Cívico Nacional (FCN) y otras organizaciones presionaron con un método donde los partidos “le entregaran” la decisión a los ciudadanos, y fueran ellos quienes decidieran. Su propuesta tenía dos inconvenientes: la (i)legalidad (la ley determina los tiempos electorales para los partidos, hasta noviembre del presente año) y el costo (¡impagable!).
Con su decisión de prestarse a una apertura, PAN, PRI y PRD se ciudadanizaron, mientras las y los ciudadanos organizados se politizaron. De eso se trata la política, de cimentar puentes entre distintos. De hacer de la diferencia un principio de unión.
El método planteado se realiza en tres grandes etapas y diez pasos. La primera etapa está orientada al registro de las y los aspirantes, teniendo como requisito la recolección de 150 mil firmas de la ciudadanía. Quienes cuenten con las firmas necesarias, exponen su visión de México mediante la realización de foros. En esta segunda etapa se levantan encuestas de opinión a la ciudadanía, con el fin de ubicar a los tres finalistas. Finalmente se realizan 5 debates regionales, además de una nueva encuesta y una elección con participación ciudadana en los 300 distritos electorales del país. El o la representante del Frente Amplio Opositor dependerá de la combinación del mejor resultado entre la encuesta y la elección, 50 y 50%.
No sólo se escucha complejo, ¡lo es! El proceso está construido para presentar una alternativa más allá de las insignias partidistas a los ciudadanos, no sólo para cumplir con un requisito.
Detecto cinco grandes diferencias entre el proceso del FAO y el de Morena:
1. Es legal. A diferencia del proceso del oficialismo, la figura de Frente Ciudadano existe en el artículo 41 de la Constitución mexicana y el art. 85 de la Ley General de Partidos Políticos. No hay actos anticipados de campaña porque son ciudadanos organizados quienes impulsan el esfuerzo y los partidos sirven de vehículo, pero no organizan. En Morena, es el partido quien hace el proceso, cuando la ley se lo permite hasta noviembre.
2. La gente decide, no una sola persona. Puede participar todo aquél capaz de reunir 150 mil firmas. No se define por la voluntad de un solo hombre.
3. Participación ciudadana. El proceso busca animar a la ciudadanía a formar parte de un proceso inédito, en que los partidos dieron parte de uno de sus mayores privilegios, decidir quién los representa en una contienda constitucional.
4. Ideas en contra de propaganda. Hay foros y debates. Las y los aspirantes deben animar la confrontación de propuestas. En Morena no sólo no hay debates, se les prohíbe asistir a medios de comunicación críticos hacia su gobierno.
5. Imparcialidad. El proceso lo animan ciudadanos, quienes invitan a partidos para arbitrarlo de manera imparcial para todos. Aquí se cuidarán las condiciones del proceso. Equidad en la competencia.
No hay métodos de elección perfectos, siempre son mejorables. El método de elección del Frente Amplio Opositor logró apertura y generosidad de parte de los partidos. Toca a los ciudadanos hacerlo efectivo con su voto. El 4 de julio se instalará una plataforma digital para todo aquél que desee construir formar parte de este nuevo padrón electoral que votará para elegir el o la candidata opositora. Estemos atentos. Merecemos más.
Que así sea.
