La semana pasada en México se superaron los 100 mil muertos consecuencia del Covid 19. Casi el doble de lo que el gobierno dijo que podría pasar en el escenario más catastrófico para el país.
En Guasave falleció el reconocido luchador social, promotor de Morena y comentarista deportivo, profesor Miguel Ángel Mezura Báez. Días antes había muerto su esposa, por esa misma causa.
Muchos amigos cercanos, conocidos, personas de bien, trabajadoras, que tenían aún mucho qué dar, se han ido al contagiarse con el virus.
Muchas familias se han quedado, además de con el dolor de perder a un ser querido, endeudadas y tuvieron que vender parte de sus bienes para enfrentar la enfermedad. Otras han tenido que recurrir a la caridad pública para hacerlo.
La palabra presidencial de que la atención a los enfermos de Covid en México es gratuita sigue siendo una gran mentira. Y lo decimos con conocimiento de causa, por testimonios de enfermos y personal médico.
No es hora de buscar culpables. Pero creo que es momento de insistir en la necesidad de fortalecer las acciones preventivas.
Esto es responsabilidad de sociedad y gobierno. Ni una ni otra parte hemos cumplido cabalmente lo que nos corresponde.
No están bien las cosas. Tenemos el índice de mortalidad más alto del mundo y los contagios, contrario a lo que se dice desde el gobierno, no van a la baja ni la enfermedad está controlada.
Muchos de los mensajes del presidente sobre la enfermedad han sido irresponsables, soberbios y llenos de fanfarronería, como cuando llamó a las familias en plena pandemia a salir a restaurantes, sacó los amuletos en su conferencia mañanera o al negarse sistemáticamente a usar cubrebocas.
Las palabras y los actos de un líder se replican. Sus dichos y acciones tienen un peso extraordinario y sus simpatizantes se mimetizan, lo imitan.
Como ciudadanos tampoco hemos cumplido. Muchos seguimos como si nada pasara, atiborrando un palenque en El Fuerte o juntándonos multitudes en diversas actividades como fiestas y carreras de caballos.
Todo eso da al traste con el esfuerzo de empresas que han acatado disposiciones en espera de que bajen los contagios y pueda reactivarse la economía. Muchas han tenido que cerrar definitivamente y otras tendrán que hacerlo si esto no mejora.
Miles de trabajadores se han quedado sin empleo y por lo tanto sus familias sin ingresos para satisfacer necesidades tan elementales como la alimentación.
Sin buscar culpables, es hora de exigir al gobierno posturas más serias, y asumir nosotros como sociedad la parte que nos corresponde.