Culiacán, Sinaloa.- Hace 22 años, en el 2000, los excesos neoliberales y el seguimiento acrítico de las directrices globalizantes provocaron que el poder adquisitivo del salario en México se encontrara en su nivel más bajo desde 1935, cuando se estableció el salario mínimo.
Se había perdido el 76.6% de la capacidad de compra y la tendencia continuó hasta hace apenas tres años, con los históricos aumentos en el gobierno de AMLO.
En contraparte, a finales del gobierno de EPN, y de acuerdo con indicadores oficiales, las grandes empresas mexicanas incrementaron sus márgenes de ganancia de manera extraordinaria.
Siguen ganando hasta el exceso, digan lo que digan, pero quieren más y la garantía de que no serán tocados en sus intereses.
Como no están del todo seguros se entiende el malestar del capital, nacional y extranjero, por las medidas impulsadas en el gobierno de López Obrador. No sea que de veras les toque.
De ahí la campaña permanente del llamado prianísmo, con la suma del membrete perrediano, para tratar de socavar algunas intenciones de la llamada cuarta transformación. No vaya a ser que las concreten, temen.
Todos los ataques, en realidad, son a López Obrador, sin descargo del “favor” que algunos auto etiquetados de morenistas le hacen a la desvaída “crítica” con sus despropósitos (como el alcalde de Culiacán).
QUIEREN SEGUIR EXPLOTANDO
Sin sombra de duda, los grandes ricos quieren que se regrese al pasado y eliminar las acciones para hacer de México un país más equitativo, menos desigual. Eso no va con sus intereses reales.
En el 2000 y años subsiguientes, con el salario mínimo se podía adquirir solo una tercera parte de la canasta básica y la tendencia siguió a la baja, hasta que Morena ganó las elecciones impulsando el mejoramiento salarial y los apoyos a los sectores más vulnerables.
En la actualidad, pese a que la voracidad comercial y empresarial privada no se ha ido, el poder adquisitivo se ha incrementado y en el próximo año será mayor.
Como no ven más allá de su bolsa, piensan que eso les perjudica.
Es por eso, precisamente, que las banderas de la alianza prianredista son las del atraso, el regreso al ominoso pasado, al privilegio de unos cuantos, a la desigualdad y la explotación de los trabajadores mexicanos.
Ese es, lisa y llanamente, el fondo del asunto.
QUE NO CAMBIARAN “LAS REGLAS”
Pero, es cierto, siguen pendientes cuestiones centrales en la declarada lucha morenista contra la inequidad y los abusos del capital, extranjero y local.
Destaca el “compromiso” de AMLO en el sentido de que “no cambiarán las reglas en el manejo de la política bancaria”, y de que no se enviarán reformas legales al Congreso “que afecten las utilidades que legalmente se obtienen por los servicios que prestan las instituciones financieras”.
Que “tampoco se establecerán nuevas regulaciones o controles y seguirá prevaleciendo un auténtico estado de derecho”, agregó el presidente de México en la reciente convención acapulqueña de los banqueros.
La cuestión es que la “legalidad” que aplican los banqueros, con sus prácticas cuasi leoninas y agiotistas, es más que discutible.
En ese aspecto, la deuda con el pueblo mexicano permanece.
EN EL TINTERO
-La ciudad de Culiacán inmersa sin remedio en el caos vial (además de otros). Las autoridades “competentes” ausentes por completo en la búsqueda siquiera de algún remedio o paliativo.
-Sigue el circo de los accidentes políticos llamados alcaldes en Sinaloa. Los problemas de fondo sin mella alguna.
-Tendrán costo político electoral los desfiguros de personajes que, si de sus capacidades reales se tratara, ni en cuenta. ([email protected]).
