Terminó el sueño para México en la Serie del Caribe, así como de los Naranjeros como club buscando la tercera estrellita en su historia. El camión se detuvo en pleno rol regular y el adiós se produce con 48 horas de anticipación a la conclusión de esa primera fase de un sistema de competencia diferente con el que nació el torneo.
Este equipo nos hizo abrigar muchas esperanzas de volver a levantar un trofeo y sumar la décima corona, pero también la primera desde el 2016 cuando los Venados de Mazatlán agregaron el noveno para el país.
Y cuando digo “nos hizo”, es porque antes de envolverse en la bandera tricolor cinceló una postemporada sin precedentes ganando ¡ONCE! juegos consecutivos, convirtiéndose en una auténtica máquina demoledora capaz de arrasar con todo lo que se le atravesara en el camino. Pero esa máquina parece haber llegado desgastada y regresa con las manos vacías.
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Pero, ¿cuál fue la causa de esa metamorfosis al tocar suelo estadounidense? ¿Acaso serían los ocho días de inactividad tras su coronación? ¿Sería que los refuerzos no resultaron los idóneos? Pienso y creo que se pudieron haber salido de ritmo. A veces suele suceder.
Antes de aterrizar en Miami los consideré como grandes favoritos a ganar el título, por todo lo que venían arrastrando y haciendo, aun y con la ausencia de Isaac Paredes en su orden al bat. Sin embargo, no fue así. Las cosas comenzaron a salir mal desde su debut contra Curazao, a quien “supuestamente” se debió haber ganado, por muchas razones.
Puerto Rico le colgó las nueve argollas y con Panamá se perdió un tercer juego en fila. Allí sucedió algo inimaginable: no poder contar con su cerrador de lujo (Luis Márquez), a quien alguien del cuerpo técnico se le olvidó inscribir en el line up que se entrega a los ampayers, incluyendo suplentes. Tal vez a Márquez le hubiesen dado, como sucedió con Jake Sánchez que terminó subiendo al montículo sin que su brazo estuviera listo.
Ganarle a República Dominicana, el gran favorito de siempre, solo les permitió mantenerse vivos por unas horas más. Venezuela les dio la estocada final, antes de cerrar con un triunfo sobre Nicaragua.
El balance es negativo, pero no en todo. Aquí Agustín Murillo dijo: “viejos los cerros” teniendo, en su novena Serie del Caribe, la mejor de sus actuaciones. La misma – y posible última- en la que conectó su primer cuadrangular y despidiéndose como los grandes toreros, con esa faena al bat de 5-5 ante Nicaragua.
Julián Ornelas –refuerzo- dejó varios mensajes a caza talentos con sus batazos. Levantó silenciosamente la mano diciendo “aquí estoy”. La recompensa a su gran desempeño bien pudiera ser una invitación, al menos, al campo de entrenamiento de alguna organización, que, por cierto, están a la vuelta de la esquina.
