La tarde del 18 de marzo de 2011 la comunidad de Allende, en Coahuila, vivió una masacre que no se olvida y por la cual Netflix decidió hacer una serie que se estrenó el pasado 30 de junio y la cual intenta contar lo ocurrido desde la perspectiva de las víctimas: Somos.
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Eran las 19:00 horas cuando un grupo de al menos 60 sicarios del Cártel de los Zetas derribó con una camioneta el portón principal del rancho de Los Garza, quienes formaban parte de la organización y habían sido tachados de traidores.
Los hermanos Miguel Ángel Treviño (el Z-40) y Omar Treviño Morales (Z-42), quienes fungían como líderes del cártel, sospechaban que tres integrantes de la organización los estaban traicionando, luego de que se filtrara la información de que alguien había dado los números de identificación rastreables de los dos capos más buscados a la Administración para el Control de Drogas (DEA).
Los sospechosos eran Alfonso Poncho Cuéllar y sus sicarios Héctor El Negro Moreno y Luis La Güiche Garza. Éste último era residente en el poblado de Allende y fue con él contra quien decidieron cobrar venganza.
La traición a los hermanos Treviño se pagó caro. Estos fueron en contra de los posibles responsables e incluso aquellos que tuvieran cualquier tipo de vínculo con ellos.
Los Zetas ocuparon el poblado ese fin de semana. Su paso por Allende dejó como resultado (oficialmente) 26 personas desaparecidas; 20 de ellas familiares y allegados de Garza, tres más amigos de Cuéllar y dos trabajadores de Héctor. Sin embargo, testimonios nunca confirmados han llegado hablar hasta de 300 desaparecidos.
Ese fin de semana que tuvieron el pueblo tomado, destruyeron 32 casas, mataron personas, quemaron sus cuerpos en gasolina, y en toda la masacre, no apareció ni uno solo de los 20 agentes de la policía municipal que estaban de turno, “nomás se quedaron mirando”.
“Las fuerzas del orden cumplieron eficazmente las directrices recibidas”, se afirma en un informe sobre el caso de Allende. “No salir a patrullar ni responder a los llamados de auxilio”.
La única nota de humanidad por parte de los agentes fue la de “una policía integrada en Los Zetas” que encontró a una niña de cinco años y un niño de tres y los sacó de allí para llevarlos a otro pueblo.
El suceso fue silenciado, nadie fue castigado por ello y los sobrevivientes quedaron aterrados y sin ganas de hablar. En 2016 el periodista mexicano Diego Osorno hizo público lo que había pasado y para el 2017 Thompson recopilaría todas las voces de las víctimas de Allende.
Miguel Ángel Treviño, alias el Z-40, es uno de los mayores símbolos de la violencia en el crimen organizado en México. Esto, porque el ex líder de Los Zetas se caracterizaba por ser sumamente cruel con sus enemigos y, de acuerdo con la información que proporcionó la Marina Armada de México cuando fue capturado el 15 de julio del 2013, el cartel veracruzano era el más violento de la república en ese momento.
La historia de Treviño Morales en el mundo del crimen inició a muy temprana edad, pues cuando todavía era un adolescente y vivía en Dallas, Texas, se unió a Los Tejanos, pandilla dedicada al narcomenudeo y al robo de vehículos.
Después fue “descubierto” por Osiel Cárdenas Guillén, fundador del entonces brazo armado del Cártel del Golfo: Los Zetas, quien lo puso a lavar coches y posteriormente, al ver que dominaba el inglés, fue su mensajero. Con el pasar de los años, el Z-40 se ganó la confianza de de los altos mandos y fue subiendo de posición, hasta ser un sicario cercano a Ezequiel Cárdenas, Tony Tormenta, quien fue abatido en el 2010.
Con la deserción de numerosos elementos de las fuerzas especiales del Ejército Mexicano al integrarse al cártel, Treviño supo implementar ese “talento” recién llegado e impuso la “moda de desmembrar y guisar a sus enemigos”.
A partir de la detención de Osiel Cárdenas en 2003, Los Zetas entrarían en guerra con el Cártel del Golfo hasta el 2010. La participación de los ex militares y sus métodos violentaron a niveles nunca antes vistos los lugares donde se pelearon las plazas de venta de drogas en México, dejando un rastro de cadáveres e historias terroríficas en torno a la figura del Z-40, hasta que en un operativo de la Marina, en el estado de Tamaulipas fue aprehendido el criminal tan temido junto con sus escoltas, 8 armas de alto calibre, 500 cartuchos útiles y 2 millones de dólares en efectivo.
Omar Treviño Morales, Z-42 llegó al liderazgo de uno de los grupos criminales más sanguinarios por azar y la detención de su hermano, pero eso no impidió que presumiera haber matado más de 1,000 personas en México Su apodo es breve y su nombre hace recordar matanzas de migrantes: el Z-42, Omar Treviño Morales.
Su carrera criminal comenzó con el robo de autos y la extorsión. Él y sus hermanos se aliaron a un grupo armado que trabajaba para el Cártel del Golfo, llamado Los Zetas y en 2010 disolvieron el trato para operar por su cuenta.
“Según un agente estadounidense, una vez se jactó de haber matado a más de 1,000 personas”, de acuerdo con un análisis de InSight Crime.
Sus actos criminales llevaron a la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA por su sigla en inglés) a ofrecer USD 5 millones a cambio de datos para capturarlo.
Su hermano fue arrestado en 2013 y asumió el liderazgo de Los Zetas. Pero en 2015 fue capturado en una lujosa zona residencial de Monterrey, Nuevo León.
Se le consideró autor de asesinatos y secuestros en Nuevo Laredo entre 2005 y 2006 y de llevar a Estados Unidos cargamentos de cocaína a Estados Unidos en la época en que Los Zetas trabajaban con el cártel del Golfo, de acuerdo con un reporte de la DEA.
El Z-42 recibió en 2019 una sentencia de 18 años de cárcel por operaciones con recursos de procedencia ilícita y portación de armas de fuego de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas.
Con información de Infobae