Guadalajara, Jalisco.- “Yo no
dormía a gusto, capaz que mis hijos en una de sus loqueras ahí me…”, y
calla. Prefiere no concluir la frase ni detenerse a pensar en el límite
al que sus descendientes, bajo los efectos de los narcóticos que gustan
consumir,
podrían llegar si él se descuidaba. Don Carlos Sánchez Oregon no
descansaba, pero aquella vivienda en el barrio de San Andrés seguía
siendo su casa.Él la pagó. La compró “como a 400 o 500 pesos de aquellos tiempos”.Habla de hace cuatro décadas, el mismo tiempo que vivió con su esposa Margarita, quien recientemente le abandonó y dejó a su suerte.Viajó
a Guerrero. A un “mandado”. El señor de 75 años permaneció cuatro meses
cumpliendo ese encargo, y a su regreso a Guadalajara fueron los vecinos
quienes le informaron que el domicilio ya no le pertenecía, pues su
esposa lo había vendido.Regresó sobre sus pasos, pues le advirtieron que lo llevarían a prisión si trataba de entrar
a una finca que ya no era más suya. No preguntó más. Tampoco le consta
que su mujer haya concretado la transacción, ni desea averiguarlo. Si
así fue, “seguro ya se gastó el dinero”, pues es “re gastalona”.”Me
quedé con un amigo, pero después me dijo que iba a recibir visitas de
Estados Unidos, y pues… que ya no podía estar ahí”, expone al tiempo
que pasa la palma de su mano sobre el rostro.Algún conocido le
recomendó que fuera a un albergue. Pidió más detalles y le precisaron
que a espaldas del Parque Agua Azul hallaría un lugar para quedarse. El
señor se presentó este sábado 28 de diciembre. Fue la primera noche que
pasó en el albergue, tras casi 15 días de ser auxiliado por su amigo.– ¿Y qué sigue?– Pues a esperar la pensión. A ver si me ajusta para un cuartito de por aquí.– ¿Y sus cosas?– Son poquitas. Nada más dos maletas. Están encargadas en una casa.El
plan inmediato es aguantar hasta que llegue el primer día de 2014 y
cobrar los dos mil pesos mensuales, “recompensa” de una vida dedicada a
la pesca de camarón. Esa es la cantidad que planea invertir en hogar y
alimento hasta que llegue febrero, para después continuar el ciclo.Su
dieta siempre ha sido ligera, aunque su físico invite a pensar lo
contrario. Dos mil pesos le bastaban para procurar alimento a las
personas que vivían en el que era su hogar, y pagar cuotas de luz y
agua. “Frijolitos y unos huevos. Sabiendo llevar todos los movimientos
se puede, pero hay que sufrirle”. Por ello, confía en el rendimiento de
su pensión.Hoy don Carlos desayunó sopa. Se la prepararon en el
albergue del Centro de Atención y Desarrollo Integral para Personas en
Situación de Indigencia (CADIPSI) del Sistema DIF Guadalajara. La disfrutó. Dice que “le echó algo calientito a la panza”.Este
domingo dormirá de nuevo en el albergue, agradeciendo el “buen trato”
que ahí recibe, pero lamentando que la memoria le falle para ubicar la
ciudad o domicilio exacto en que su única hija, Juliana Elizabeth
Sánchez González, radica desde hace años en la Unión Americana. Ella,
concluye, “sabría qué hacer” para asistirle.LM
Primer día en el albergue, tras enterarse que su hogar fue vendido
Don Carlos Sánchez Oregon esperará sus dos mil pesos de pensión, 'para rentar un cuartito'
Fuente: Internet