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México.– La Semana Santa comenzó desde hace días y el día de hoy se celebra el Domingo de Pascua, la cual es la celebración litúrgica más importante de la iglesia católica, donde se celebra la Resurrección de Jesucristo.
Cabe señalar que la Pascua es el misterio más grande de nuestra fe, ya que con ella adquiere todo sentido.
San Pablo nos dice: “Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe…Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana…” (1 Corintios 15,14-17).
El paso del Señor, el paso de la muerte a la vida; con esto nos dice que él ha vencido a la muerte y al pecado, nos ha redimido.
Así mismo la Pascua de Cristo es también nuestra Pascua, de acuerdo al Prefacio II de Pascua:
“En la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección, resucitamos todos”.
Es importante mencionar que llamamos Tiempo Pascual, el cual se celebra durante cincuenta días después de haber finalizado el Domingo de Pentecostés.
Las celebraciones giran en torno a Cristo resucitado, junto a sus discípulos antes de subir a los cielos; hecho que ocurrirá a los cuarenta días, dando lugar a la celebración de la Ascensión del Señor; mientras que los días restantes, nos iremos preparando para la venida del Espíritu Santo, que dará termino a este tiempo pascual.
Vigilia Pascual y el Cirio Pascual
La Vigilia Pascual inaugura el tiempo de Pascua, conmemorando de este modo, que el Señor ha resucitado, y la luz de Jesucristo triunfa sobre las tinieblas, es por ello que esta celebración es la más importante de todo el año.
Esta celebración compuesta por distintas partes, inicia con la bendición del fuego, de donde encendemos el Cirio Pascual y vamos en procesión, al interior de la iglesia (que permanece a oscuras) avanzando hasta llegar a colocar el Cirio en medio del presbítero o junto al ambón, donde se inciensa y tiene lugar el Pregón Pascual.
El Cirio, símbolo de la luz de Cristo, tiene una inscripción en forma de cruz, junto con las letras Alfa y Omega y la fecha del año; estas letras, primera y última del alfabeto griego, nos señala al Señor, como principio y fin del tiempo y de la eternidad, y nos llena con fuerza nueva, en este año que vivimos.
Se le incrusta en la cera del Cirio, cinco granos de incienso, aludiendo a las cinco llagas del Señor en la cruz.
Permanecerá encendido en todas las celebraciones de este tiempo Pascual.