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Empresas de EU, renuentes a instalarse en México

Aseguran que la violencia ha provocado que compañías emigren a otros lugares o detengan sus inversiones

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Mcallen, Texas.-
Decenas de empleados de Mattel Inc. iban rumbo a nuevo día
de trabajo para fabricar Power Wheels en el corazón industrial de México,
cuando estallaron disparos a su alrededor y una granada afectó uno de sus
autobuses, mató a un trabajador e hirió a cinco.

La batalla entre narcotraficantes y el Ejército cerca de la
ciudad de Monterrey la semana pasada era el tipo de violencia que espanta las
nuevas inversiones de empresas estadounidenses al sur de la frontera, donde los
criminales organizados están recurriendo cada vez más a los secuestros, la
extorsión y los robos de carga a pesar de la ofensiva del gobierno contra los
carteles de la droga.

“Estos actos de violencia no suceden en el vacío;
ocurren en la calle que podría estar justo en frente de su edificio. Se
disparan balas y tienen que ir a parar a algún lugar”, dijo Dan Burges, un
alto directivo de Freightwatch Inc., una empresa de seguridad para carga con
sede en Austin.

Como resultado, sólo la mitad de las empresas
estadounidenses encuestadas recientemente por la Cámara de Comercio
México-Estados Unidos dijo que seguiría adelante con los planes de nuevas
inversiones en México y varias empresas, incluyendo Whirlpool Corp., han
anunciado recientemente que instalarán nuevas fábricas en otros lugares al
referirse a las preocupaciones sobre la seguridad.

Más de 35 mil personas han muerto por la violencia
relacionada con las drogas desde que el presidente Felipe Calderón desplegó
miles de fuerzas de seguridad federales hace cuatro años para luchar contra los
traficantes. En los últimos meses, cerca de 400 cuerpos han sido extraídos de
fosas comunes en los estados norteños de Tamaulipas y Durango. Hay informes
casi todos los días sobre ejecuciones entre facciones, secuestros y extorsión.

El Ejército dijo que los trabajadores de Mattel al parecer
quedaron atrapados en un fuego cruzado el 6 de mayo, cuando atacantes que se
cree trabajaban para el cártel de los Zetas asaltaron un convoy militar con
armas de fuego y un lanzagranadas desde un puente sobre una autopista en las
afueras de Monterrey.

“Las personas de Mattel quedaron horrorizadas e
increíblemente entristecidas” por el ataque, dijo la compañía en un comunicado,
difundido por el portavoz Jules Andres.

Sin embargo, las batallas entre fuerzas gubernamentales y
los cárteles son cada vez más comunes, y las empresas y sus trabajadores se ven
inevitablemente afectados.

Una de cada 10 compañías reportó secuestros y el 60 por
ciento dijo que sus empleados fueron golpeados o amenazados en el 2010, según
la Cámara de Comercio México-Estados Unidos.

Y los robos de carga de camiones y trenes son generalizados
y crecientes.

Los robos de carga le costaron a las empresas unos 700
millones de dólares el año pasado, un aumento del 40 por ciento en los últimos
tres años, de acuerdo con la Alianza Nacional de Transporte Multimodal.

Remolques enteros cargados de automóviles recién fabricados
fueron robados este año en autopistas principales en los estados de Tamaulipas,
Nuevo León, Morelos y Sinaloa. Algunos camioneros se niegan a conducir a través
de zonas peligrosas, incluyendo Ciudad Juárez, donde los funcionarios dicen que
los criminales suelen extorsionar y piden unos 70 dólares para pasar a salvo.

Cada vez más, los ladrones roban la carga de manera
selectiva, cosas como productos químicos industriales o metales especialmente
tratados, a petición de clientes específicos, según la Asociación de Transporte
de Mercancías de México.

Las empresas en México calculan pagos a grupos del crimen
organizado como parte del costo de hacer negocios. “Es una práctica
conocida que muchos productores y exportadores mexicanos pagan un cierto
porcentaje para poder pasar sus productos a través de algunas partes de México
sin que los destrocen”, dijo un alto funcionario estadounidense en México,
que habló bajo condición de anonimato por consideraciones de seguridad.

Escoltas armados de seguridad se pueden ver mientras
retumban en masa por las carreteras hacia el norte de México, algunos privados
contratados por las empresas, otros – como en el estado de Coahuila –
proporcionados sin costo por el gobierno. En la planta de Panasonic en Tijuana,
escoltas armados hacen turno para las entregas diarias, un recorrido de 20
minutos a la frontera con Estados Unidos.

Tantos rollos y placas de acero, aluminio y cobre han sido
robados en la carretera Monclova-Monterrey este año que algunas compañías
aseguradoras están suspendiendo los seguros, de acuerdo con Freightwatch.

A pesar de las pérdidas, la mayoría de las compañías
estadounidenses que ya operan en México dicen que no tienen planes de salir de
un lugar donde se paga 3 dólares por hora de trabajo, las normas ambientales
son laxas, con incentivos fiscales y una ubicación muy conveniente por su cercanía
al mercado estadounidense.

“La gente piensa que todo en México es un enfrentamiento
constante, pero no es así”, dijo Keith Patridge, que promueve los negocios
en ambos lados de la frontera para la Zona de Comercio Exterior McAllen en la región
sur de Texas.

En efecto, cada día importaciones y exportaciones por un
valor de más de mil millones de dólares cruzan la frontera y alimentan cientos
de miles de empleos en Estados Unidos y México. Más de 18 mil empresas
estadounidenses tienen operaciones en México, incluyendo la mayoría de las
empresas en la lista Fortune 500.

Pero esas cifras podrían ser mayores, dice Gabriel Casillas,
economista jefe para México de JP Morgan, quien estima que la delincuencia
relacionada con el narcotráfico le costó a México 4 mil millones de dólares en
inversión extranjera directa en 2010.

Patridge da una mirada a través de la ventana de su oficina
a tres grandes banderas de México, Canadá y Estados Unidos. Un poco más allá,
al cruzar la calle, las nuevas oficinas del Departamento de Seguridad Nacional
tienen un arsenal de armas, vehículos blindados, armarios de drogas incautadas
y celdas ocupadas con mexicanos que han sido capturados mientras atravesaban
furtivamente el Río Grande. La frontera, para miles de agentes federales, es
una barrera que debe ser protegida y defendida constantemente.

Sin embargo, para Patridge, y la mayoría de los líderes
empresariales de la zona, la frontera es un río, una cerca o una pared que se
abre paso en medio de una zona que se siente como una sola comunidad.

“Somos una ciudad, un área metropolitana, que se
extiende a través de la frontera. La parte sur de nuestra ciudad tiene mano de
obra que está entre las más competitivas del mundo. El lado norte de la ciudad
es el mercado más grande del mundo”, dice.

Hace años, Patridge ayudó a entre 20 y 30 empresas
estadounidenses al año a establecer operaciones de manufactura en México. El
año pasado tuvo cinco.

En El Paso, Texas, Bob Cooke dirige una cámara de comercio
transfronteriza similar, que promociona negocios en Estados Unidos e
inversiones al otro lado del puente en Ciudad Juárez, la ciudad más violenta en
México. Dijo que sólo una empresa estadounidense abrió una tienda en Ciudad
Juárez el año pasado.

“Claramente no estamos argumentando que son negocios
normales, pero tampoco es tan malo como parece” , dijo, y añadió que
debido a la mala imagen, “ni siquiera podemos ya conseguir compañías que
miren hacia allí”.

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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