Irán.- Este viernes 27 de junio, a poco más de un mes del trágico accidente que terminó con la vida del presidente Ebrahim Raisi, los iraníes acuden a las urnas para elegir a quien será su nuevo mandatario, teniendo entre los candidatos a cuatro hombres mayores de 50 años y solo uno de ellos reformista frente al dividido campo conservador.
Cerca de 61 millones de iraníes han sido llamados a votar en uno de los 58 mil 640 colegios electorales repartidos por todo el país, los cuales se establecieron en tiempo récord ya que las elecciones tuvieron que organizarse precipitadamente tras la muerte del presidente Raisi el 19 de mayo.
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La elección coincide con una creciente tensión regional debido a la guerra entre Israel y los aliados de Irán, Hamás en Gaza y Hezbolá en el Líbano, así como una mayor presión occidental sobre Irán por su programa nuclear en rápido avance. Sin embargo, ninguno de los candidatos parece perfilarse como favorito, por lo que sus resultados son impredecibles.
Ahora bien, si ninguno de los candidatos logra más de la mitad de los votos, se celebraría una segunda vuelta el 5 de julio, algo que solo ocurrió una vez, en 2005, desde que se fundó la República Islámica, hace 45 años.
Los resultados oficiales se esperan el domingo, pero el sábado se harán públicas las primeras estimaciones sobre el posible ganador de las elecciones presidenciales en Irán.
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Por otra parte, siguiendo la tradición, el ayatolá Ali Jamenei, el cargo más importante en la estructura política y religiosa del país, fue uno de los primeros en votar frente a las cámaras en un centro en Teherán. Allí, el líder supremo pidió una alta participación electoral para compensar una crisis de legitimidad alimentada por el descontento público por las dificultades económicas y las restricciones a la libertad política y social:
El día de las elecciones es un día de alegría y felicidad para nosotros, los iraníes. Recomendamos a nuestro querido pueblo que se tome en serio la votación y participe en ella. No veo ninguna razón para duda. La durabilidad, la fuerza, la dignidad y la reputación de la República Islámica dependen de la presencia del pueblo.
