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Serbia, a diez años de Milosevic

Una década más tarde, poco ha cambiado: si bien el incitador de las guerras civiles en la ex Yugoslavia murió en La Haya

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?Europa.- Diez años han pasado desde que los levantamientos populares, las huelgas
generales y la desobediencia popular en Serbia lograran que Slobodan
Milosevic, el entonces presidente yugoslavo, dejara un poder al que
había llegado liderando el movimiento nacionalista a través de las
guerras civiles en los Balcanes. El líder serbio fue el primer
presidente en activo acusado ante el Tribunal Penal para la Antigua
Yugoslavia por crímenes de lesa humanidad, genocidio, deportación de
cientos de miles de personas. De 66 puntos constaba la acusación que
pendía contra él ante la corte internacional, y de cuyo veredicto se
libró con la muerte.

La oposición y la esperanza en las calles

El 5 de octubre de 2000, miles de manifestantes salieron a expresar su
furia a las calles de Belgrado: de las elecciones presidenciales del 24
de septiembre, Slobodan Milosevic se había declarado vencedor.
Periodistas acreditados en Belgrado recuerdan que los visados para
informar durante esos días fueron cancelados; muchos representantes de
medios internacionales se vieron obligados a abandonar el país. “Yo no
tenía visa; estaba en Montenegro, en el exilio. Un día antes de las
protestas crucé la frontera sin permiso policial”, cuenta Renate
Flottau, corresponsal en los Balcanes del semanario alemán Der Spiegel.

Para los observadores internacionales estaba claro que allí iba a tener
lugar el enfrentamiento de la oposición contra el régimen. El Parlamento
acabó en llamas; cuando los manifestantes prendieron fuego al edificio
de la televisión estatal, se perdió toda posibilidad de emitir hacia
fuera de Serbia imágenes del histórico día. La única vía de comunicación
era el teléfono. Zoran Djindic, luego primer ministro del país y
posteriormente asesinado, se mostró ante la prensa alemana optimista de
que el cambio estaba al llegar. Que Milosevic ordenara responder
militarmente no se descartaba en aquel momento. Pero antes del mediodía
del 6 de octubre, el mandatario reconoció su derrota electoral.
“Recuerdo que estaba eufórica y que pensé ‘ahora empieza Serbia un
capítulo completamente nuevo'”, cuenta la periodista de Der Spiegel.
“Gotov je”, ha terminado, repetía el eco en la ciudad, cuentan testigos
presenciales.

Después de 15 años de guerras y extrema pobreza debida también a la
poderosa mafia estatal, la caída del régimen de Milosevic y sus
allegados se percibía como una luz al final del túnel. Los cientos de
miles de personas que hicieron públicas sus protestas en Belgrado, así
los analistas, veían en ello el camino hacia un futuro democrático,
hacia una integración del país en la Unión Europea, hacia una economía
de mercado.

Diez años después

Una década más tarde, poco ha cambiado: si bien el incitador de las
guerras civiles en la ex Yugoslavia en la década de los noventa murió en
La Haya, decenas de sus seguidores se mantienen en altos cargos
estatales y en importantes sectores de la economía privada, dicen los
expertos. Su esposa Mirjana Markovic, a quien se tiene por el cerebro
del desmoronado régimen, y su hijo Marko siguen exiliados en Rusia y son
prófugos de la Justicia desde 2002. Las acusaciones contra ellos
prescribieron este octubre y ahora anuncian su vuelta a los Balcanes.
Los textos filosóficos y poéticos de Mirjana Markovic- socióloga de 68
años, primero comunista y luego nacionalista- han sido elogiados por los
medios fieles al clan Milosevic; su obra científica -comparada con las
teorías de Marx, Lenin o Mao- fue traducida bajo los costos del Estado
serbio incluso al chino. Su hijo Marko, de 36 años, disfruta de
cuantiosos bienes familiares. De acuerdo a las autoridades, ambos se
enriquecieron mediante el contrabando de cigarrillos mientras se mantuvo
el sistema, contando con el apoyo de la policía secreta y la aduana.

¿Un héroe nacional?

El 7 de octubre de 2000, Milosevic entregaba el poder a su contrincante
en las elecciones; Vojislav Kostunica se convirtió en nuevo presidente.
Los incondicionales del que había sido líder de los serbios desde 1989,
no obstante, siguieron considerándolo un “héroe nacional”. Apenas cuando
en 2001, en la Conferencia Internacional de Donantes, se trató de miles
de millones de euros en ayudas para Serbia y Montenegro a cambio de
poner a Milosevic a disposición de los tribunales, el entonces primer
ministro Zoran Djindjic lo entregó al TIPY. El 12 de marzo de 2003,
Djindjic moría en un atentado frente a la sede del Gobierno serbio, del
cuál hasta el día de hoy se desconocen los autores.

Con todo, Milosevic, abogado por la Univesidad de Belgrado que nunca
reconoció la legitimidad de la corte internacional ni responsabilidad
alguna en los crímenes que se le imputaban, asumió su propia defensa, y
el proceso se extendió. El 11 de marzo de 2006 fue encontrado muerto en
su celda de la Unidad de Detención de Naciones Unidas en La Haya. Causa
del fallecimiento: un infarto cardíaco.

¿Nada ha cambiado?

A diez años que oficialmente acabara el régimen de Milosevic, Serbia
espera que a finales de este octubre se presente formalmente su
solicitud de ingreso a la Unión Europea. Sin embargo, el balance que
saca la oposición de aquel entonces es bastante negativo: las viejas
fuerzas siguen en el poder y la corrupción y la injusticia social no han
cambiado. “Como hasta el 5 de octubre de 2000, la política amenaza la
existencia de la gente normal y las esperanzas de mejorías han sido
frustradas”, declara a agencias Miodrag Isakov, quien el 5 de octubre de
2000 abanderaba el levantamiento y el anhelo de cambio por las calles
de Belgrado.

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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