Nueva York.- La ciudad de Nueva York dio un importante paso hacia la recuperación de su ritmo frenético con la reanudación de operaciones en su tren subterráneo tras el paso de la supertormenta “Sandy”, a pesar de que las acciones de limpieza en otras partes apenas han comenzado.
La decisión de reabrir el jueves las partes no dañadas del sistema de transporte
más grande de Estados Unidos fue adoptada mientras la región afectada
se esforzaba por reponerse de una tormenta que causó la muerte de más de
140 personas desde que pasó por el Caribe y dejó sin electricidad a más
de cinco millones tan sólo en Estados Unidos.
Dos de los principales aeropuertos de la región abrieron el miércoles y las autoridades prometieron que un tercero, el Aeropuerto LaGuardia, volvería a funcionar este jueves.
Los actores y las audiencias ansiosas hicieron resurgir a los teatros
de Broadway. Y los neoyorquinos atestaron los autobuses que regresaron
por primera vez a las calles de la ciudad desde que pegó la tormenta, y
penetraron a un tráfico congestionado que recorría la ciudad entre
semáforos sin funcionar.
A lo largo y ancho de la región, las personas agobiadas por la tormenta
se apoyaron mutuamente, en algunos casos para dar consuelo a los damnificados y en otros para ofrecer duchas calientes e interruptores eléctricos con el fin de que las personas sin electricidad pudieran cargar sus teléfonos celulares.
El espíritu del compañerismo voluntario llegó hasta los políticos, que
al menos aparentaron dejar de lado sus diferencias para concentrarse en
las secuelas de Sandy. “Aquí estamos por ustedes”, declaró el presidente
Barack Obama en el estado de Nueva Jersey al recorrer un litoral
devastado. “No vamos tolerar el papeleo. No vamos a tolerar la
burocracia”.
Obama se unió al gobernador republicano Chris Christie, quien ha sido
uno de los simpatizantes más estridentes del candidato presidencial
republicano Mitt Romney, para recorrer la costa asolada. Los dos
políticos sólo hablaron de ayudar a los perjudicados por el meteoro.
La actitud de compañerismo ya había comenzado el miércoles, cuando multitudes de personas caminaron hombro a hombro por el puente de Brooklyn hacia Manhattan
para ir a trabajar, en una escena que evocó la huida del ataque
terrorista del 11 de septiembre de 2001 y del apagón de 2003, sólo que
en sentido contrario.
Llegaron a una isla donde mucha gente tomó como un problema personal la falta de electricidad, de agua y de transporte.
De una toma de agua en la calle 16 Oeste, la niña Shiyin Ge, de 9 años, y
su hermano Shiyuan Ge, de 12, hacían fila para llenar cubos de agua.
Sin embargo, a diferencia de los adultos, los dos menores llevaban
recipientes de plástico para caramelos de la Noche de Brujas pintados
con caras alegres talladas en calabazas. “No hay agua en nuestra casa”,
dijo Shiyin Ge, quien tenía pensado disfrazarse como mariquita para la
Noche de Brujas.
Luego de sufrir el peor desastre en sus 108 años de historia, el metro
volvía a funcionar… al menos algunos de sus trenes. Más de una decena
de líneas ofrecerían algún servicio, pero ninguna más abajo de la calle
34 de Manhattan, una línea que separa a los habitantes más duramente
golpeados de los que escaparon de la peor parte.
CHG