Lousiana.- ?Los últimos obstinados empacaron sus pertenencias
y partieron el sábado de esta ciudad, al tiempo que el desborde del río
Atchafalaya se acercaba lentamente a sus viviendas.
Algunos expresaron sus esperanzas y frustraciones en carteles: “No queda
nada que valga la pena robar”, o bien “Nuestros corazones están rotos,
nuestro espíritu no. Volveremos al HOGAR”. La mayoría había partido de
Butte LaRose en la víspera.
El distrito de St. Martin había emitido un aviso de evacuación
obligatoria para el sábado, pero lo aplazó dos días cuando las
autoridades dijeron que el pico de la crecida llegaría el 27 de mayo y
no alcanzaría la altura prevista inicialmente.
La evacuación demorada probablemente fomentará tanto el optimismo como
la frustración de la gente que viene escuchando los mismos pronósticos
lúgubres día tras día. Cuando llegue el agua, tal vez no puedan regresar
por varias semanas.
“Probablemente será una bendición para algunos porque los que no
tuvieron tiempo para apilar más costales de arena ahora lo tendrán”,
dijo la mayor de policía Ginny Higgins.Río arriba por el Atchafalaya, el
distrito de St. Landry impuso la evacuación obligatoria el domingo
pasado en varias zonas por fuera de los diques que protegen Krotz
Springs y Melville.
Se cree que cientos de viviendas de la zona están en peligro de inundación.
Según pronósticos anteriores, las aguas llegarían a Butte LaRose menos
de días después que el Cuerpo de Ingenieros Militares abrieron el
vertedero Morganza al norte de Baton Rouge, la capital estatal. El agua
desviada del Misisipí a la cuenca del Atchafalaya no había llegado al
pueblo una semana después.