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Las mujeres de Berlusconi

Esposas, amantes, amigas... Playboy en su juventud, cantante en naves de crucero, empresario de éxito y político para salvar mejor su imperio económico

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Madrid.- En la noche me miro al espejo y parece que veo a Al Capone», cuenta
a veces Silvio Berlusconi a sus invitados. La anécdota refleja cómo «Il
Cavaliere» ha logrado metabolizar lo que ya constituye una costumbre en su
aventura política: su permanente batalla con la justicia. «Son ya 17 años que
convivo con procesos», en los que «me he gastado  cientos de millones».
Es incansable Berlusconi contando anécdotas, que dispara como una ametralladora,
creando, a veces, embarazo diplomático.
Playboy en su juventud, cantante en naves de crucero por el
Mediterráneo, empresario de éxito, entra en política para salvar mejor su
imperio económico, en especial el grupo Fininvest, lleno de deudas. Aborrece a
los políticos profesionales, pero nadie como él se aferra al poder.
Palabra de Cossiga
La vida de Silvio Berlusconi parece la del protagonista de una
telenovela: hay poder, dinero, amores y sexo. Cuando sólo era magnate de la
televisión, sus escapadas sexuales con las jóvenes soubrette de sus televisiones
constituían un hecho privado. Pero sus correrías de hoy son de dominio público,
sobre todo porque algunas de estas jóvenes han llegado a ser ministras,
subsecretarias, diputadas, europarlamentarias y consejeras regionales o
provinciales. Sin medias tintas, el ex presidente de la República, Francesco
Cossiga, hizo esta reflexión: «También en nuestros tiempos de democristianos,
socialistas y comunistas había quienes tenían amantes y las compensaban con
regalos, pero a ninguno se le habría pasado por la mente sentar a una amante en
los escaños del Parlamento, quizás haciéndola ministra». A Berlusconi, sí se le
ocurrió.
En «Il Cavaliere» es irrefrenable el flirteo. En una gala televisiva,
en 2007, le dijo a la procaz modelo venezolana Aída Yéspica que con ella «iría
donde fuera»; y a Mara Carfagna, hoy ministra de Igualdad de Oportunidades, le
soltó que «si no estuviera casado, me casaría con usted de inmediato». Luego, la
Carfagna, señalada por muchos como la amante de Berlusconi, fue acusada por la
actriz Sabina Guzanti de hacer carrera imitando a Mónica Lewinsky con Clinton.
En respuesta a este comportamiento sexista, Verónica Lario, la segunda esposa de
Berlusconi, mandó una carta al periódico más antiberlusconiano de Italia, «La
Repubblica», para que el bofetón fuera mayor: «A mi marido y al hombre público
le exijo públicamente disculpas, no habiéndolas recibido en privado».
La ruptura matrimonial llegó en 2008, cuando Verónica Lario supo que
«Il Cavaliere» había asistido a la fiesta del decimoctavo cumpleaños de la joven
Noemi Letizia. En un e-mail a la agencia ANSA, Verónica escribió: «No puedo
permanecer con un hombre que frecuenta menores». Le llamó «enfermo» y «cerdo», e
incluso le presentó como el emperador o el dragón al que le vienen sacrificadas
legiones de vírgenes. Todo ello lo remató calificando de «basura sin pudor» el
que Berlusconi presentara a misses y bellas jóvenes en listas electorales. Por
ejemplo, la despampanante Bárbara Matera, una bailarina a quien mandó como
eurodiputada a Estrasburgo. O Nicole Minetti, ex higiniesta dental, a quien
promovió como consejera en la región de Lombardía (12.000 euros al mes) y a la
que convirtió en su amante.
Ritos eróticos
Con todos sus participantes en el «bunga bunga» (palabras ya de uso
internacional, con las que Berlusconi se refiere a los ritos eróticos en sus
festines), ha derrochado generosidad: joyas, dinero, coches e incluso
apartamentos. En televisión e internet hacen furor las parodias sobre el «bunga
bunga» y las «hazañas» sexuales de «Il Cavaliere», a quien vienen denominado
abiertamente como Míster Chalis, Mr. Viagra o «Cavalier Pompetta» (prótesis
peneanas).
Por el Palacio Grazioli de Roma, en su lecho gigante regalado por
Putin, y por la mansión lujosa de Villa Certosa, en Cerdeña, han pasado jóvenes
y prostitutas como Patrizia D’Addario, reclutadas habitualmente por tres
personajes imputados «por favorecer la prostitución»: el agente de espectáculos
Lele Mora, su amigo el periodista Emilio Fede y la consejera Nicole Minetti. Así
fue captada la joven marroquí Ruby «robacorazones» cuando tenía 17 años,
presentada por Berlusconi como la «sobrina del ex presidente egipcio Mubarak»,
una historia increíble que ha hecho exclamar a Annamaria Fiorillo, la primera
jueza que interviene en el caso Ruby: «¿La sobrina de Mubarak? Entonces yo soy
Nefertiti, la reina del Nilo». Lo alucinante es que 315 diputados firmaran en el
Parlamento esa versión del «sultán» de transformar una prostituta marroquí en
una egipcia. El politicólogo Mauro Calise explica ese comportamiento de los
parlamentarios porque militan en un «partido personal» y obedecen ciegamente al
jefe para no perder el puesto. El periodista y diputado Paolo Guzzanti califica
este «sistema basado en la corrupción moral» como mignottocrazia
(putocracia).
Cuando el entonces presidente Mubarak conoció esa tomadura de pelo,
se indignó y protestó a Berlusconi. Hizo mal, porque hoy, al verse en
dificultad, podría llamar y decirle: «Silvio, soy el tío de Ruby, échame una
mano». La telenovela continuará.

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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