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México.- La formación de espías que le permitan a las naciones tener a personas infiltradas que den cuenta de los movimientos, tácticas y procedimientos de los países con los que tienen conflicto, es táctica que conocemos desde hace mucho tiempo.
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En Estados Unidos, está el Buró Federal de Investigaciones, mejor conocido como FBI, la principal agencia de investigación criminal del Departamento de Justicia, cuya misión es proteger y defender al país de amenazas terroristas y de inteligencia extranjera, hacer cumplir las leyes penales.
En Rusia, país que a lo largo de un mes ha tenido confrontamientos armados con Ucrania, y que desataron una ola de temor, pero también de mermas económicas en el planeta, también tiene su propia agencia, aquella que antes conocíamos como KGB, pero que cambió sus siglas.
Hablamos de la FBS (por sus siglas en ruso), el Servicio Federal de Seguridad que se creó en 1995 y tiene la tarea de abordar las posibles amenazas contra el Estado y que coopera con fuerzas policiales extranjeras en la lucha contra el yihadismo y algunas bandas de crimen organizado.
Entre las funciones de la FBS que se encuentra bajo la jurisdicción inmediata del Presidente de Rusia y tiene sus raices en la KGB, el antigüo Comité para la Seguridad del Estado, y que fungió hasta 1991 como la agencia principal de policía secreta de la Unión Soviética, se encuentran la contrainteligencia y espionaje, seguridad interna y de fronteras, medidas antiterroristas y vigilancia.
Actualmente está bajo la dirección general de Aleksandr Bórtnikov, un oficial de inteligencia ruso que se ha desempeñado como Director del Servicio Federal de Seguridad (SFS) desde el 12 de mayo de 2008. Es uno de los políticos más poderosos de los Silovik y considerado parte del círculo íntimo del presidente Vladímir Putin.
El FSB tiene poderosas herramientas legales para monitorear el tráfico de internet. Una tecnología llamada Sorm le permite husmear en correos electrónicos y llamadas telefónicas. Por ley, los datos deben mantenerse durante 12 horas, para posibles inspecciones.
Soldatov, coautor del libro The New Nobility, dice que los proveedores de telecomunicaciones rusos tienen que dar al FSB acceso directo a sus datos, y como sucedió recientemente, puede incluso bloquearlo si así conviene a sus intereses de seguridad.
Quienes pretendan integrarse a esta fuerza de seguridad de élite, deben pasar por diversas y rigurosas pruebas de control y confianza; el nivel de madurez emocional, de tácticas de disuación y de convertirse en prácticamente unos actores para poder “colarse” en otros gobiernos requieren años de estudio y capacitación, todo con el fin, de mantener a Rusia más que informada de aquellos temas, que nadie sospecharía que otros gobiernos tienen contempladas.
