Estados Unidos.- El pasado viernes 19 de noviembre, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se sometió a una colonoscopia y un chequeo médico de rutina, razón por la cual, tuvo que ceder el poder, de forma momentánea, a la vicepresidenta, Kamala Harris.
Luego de que le fueran practicados los exámenes físicos en el centro médico Walter Reed, su médico de cabecera, Kevin O´Connor, dio a conocer que el mandatario está “sano y vigoroso” para desarrollar sus tareas.
A través del área de comunicación de la Casa Blanca, la población fue informada acerca de que, el presidente solamente tiene un aumento de carraspeo al momento de emitir algún discurso, esto a causa del reflujo que le provoca una hernia de hiato que tiene desde hace años.
Asimismo, se determinó que su rigidez al caminar es mayor al padecer de artritis en su espalda, pero que requiere solamente de seguimiento en su expediente, más no de algún tipo de terapia para mejorar los movimientos propios de su edad, que es de 79 años.
El estado de salud de Joe Biden ha estado en el “ojo del huracán” y en el interés público, sobre todo de sus opositores en el Congreso estadounidense, motivo por el cual, la Casa Blanca hizo de conocimiento general el expediente del mandatario.
Y es que Biden es la persona de mayor edad que ha sido electo como mandatario de los Estados Unidos y, como antecedentes en su salud, sufrió un aneurisma cerebral en 1988, lo que derivó en una trombosis venosa profunda y una embolia pulmonar; además de que le extirparon la vesícula en el 2003, y también, ha enfrentado lesiones por cáncer de piel.
