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Mackendrick, desconocido maestro de la inocencia letal

Cualquier espectador conoce películas como ''The Ladykillers'' o ''The Sweet Smell of Success'', pero pocos las atribuyen a Alexander Mackendrick

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Madrid.- Cualquier espectador conoce películas como “The Ladykillers” o “The
Sweet Smell of Success”, pero pocos las atribuyen a Alexander
Mackendrick, un director de quien la editorial Cátedra edita ahora un
monográfico escrito por Asier Aranzubia. “Todas sus películas
eran muy distintas entre sí, por lo que no ha sido considerado como un
gran autor fácilmente reconocible y eso hace que a la gente le cueste
caer en la cuenta de que es el director de esas cintas que admira”,
explica Aranzubia, historiador, profesor y analista cinematográfico, en
una entrevista con Efe. Mackendrick (1912-1993), el gran maestro
del cine escocés, sí tenía un sutil hilo argumental en su filmografía,
marcada por una “inocencia letal” -como dijo el estudioso de su obra
Phlip Kemp en la revista “Sight and Sound”- que atravesaba desde su
primer filme, “Whisky Galore”, en 1949 (la película escocesa por
excelencia hasta que llegó “Trainspotting”), a “Don’t Make Waves”, en
1967. “En las nueve películas de Mackendrick siempre hay un
personaje inocente que acaban generando de manera involuntaria un cierto
caos en su alrededor”, asegura Aranzubia; el más famoso de todos ellos
es la encantadora vieja que desmantela los planes criminales de la banda
de Alec Guinness en “The Ladykillers”. Con otros títulos como
“Dance Hall”, “Mandy” o “The Man in the White Suit”, este cineasta
escocés -nacido y fallecido, curiosamente, en Estados Unidos- fue uno de
los directores más talentosos de las célebres comedias británicas de la
productora Ealing, que también tallaría pequeñas joyas como “Kind
Hearts and Coronetes”, de Robert Hamer, o “The Lavender Hill Mob”, de
Charles Chrichton. Tras esa etapa, Mackendrick  fue a Hollywood y
profundizó en temáticas más distintas como la de “The Sweet Smell of
Success”, crónica de la corrupción moral con Burt Lancaster y Tony
Curtis, o “A High Wind in Jamaica”, la que le hizo a Aranzubia fijarse
por primera vez en el cine del director. Ahora, tras analizar a
fondo su obra, destaca de él su ambivalencia, que nace del choque de
argumentos entre sus personajes, en el sentido de que “en su cine no hay
ningún personaje que tenga la razón definitiva. Todos están
equivocados, porque Mackendrick no quiere decantarse por ninguno”. “Sus películas no se pueden analizar en términos de verdad, sino en forma de pregunta”, según Aranzubia.Y
la cuestión vuelve a ser: ¿Por qué no fue equiparado a otros directores
versátiles como George Cukor, Howard Hawks o George Stevens? “Parte
del hecho de que sea un desconocido tiene que ver con el que la critica
francesa, especialmente Truffaut, que puso en circulación de la idea de
los autores y de la que parte la cinefilia actual, rechazaba a los
cineastas ingleses que no fueran Hitchcock”, argumenta Aranzubia. Bien
es cierto que el propio Mackendrick renegaba del concepto de autor y
hablaba de la cinematografía como un arte colectivo, pero Aranzubia
encuentra en ese cine “que se ve de una manera muy sencilla, divertida y
entretenida” niveles de lectura “cada vez más complejos y más
escépticos, o descreídos a propósito de la condición humana”. Pero
mientras realizaba este libro, Aranzubia fue descubriendo en su
investigación en el British Film Institute las facetas menos conocidas
de su objeto de estudio: su labor de documentalista durante la Segunda
Guerra Mundial, sus pioneros cortos de animación o su trabajo como
publicista en la JWT. Además, la aportación más importante de
Mackendrick al cine más allá de sus nueve películas -completan su
filmografía “The Maggie” y “Sammy Going South”- fue su labor docente en
el California Institute of the Arts, que se extendió durante 25 años. Muchas
de sus clases fueron transcritas. “Son muchísimo más interesantes de lo
que se pueda pensar y, como investigador, fue la parte que más he
disfrutado”, concluye el autor.in

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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