?México.- Iron Maiden aprovechó la efervescencia del público del Distrito Federal para enviar su solidaridad a sus fans de Libia, Egipto y Japón, “que pasan por un complicado momento” político y a causa de los desastres naturales, respectivamente.
“Para nuestros seguidores en Libia, Egipto, pero sobre todo para la gente que está sufriendo en Japón. Queremos decirles que estamos con ellos, que no están solos y va esto para todos”, dijo el vocalista Bruce Dickinson antes de dedicar Blood brothers, una de los temas más coreados durante su presentación.
Las 50 mil 500 gargantas que se reunieron el Foro Sol de la capital mexicana se dejaron dirigir por los acordes de las guitarra de Dave Murray y Janick Gers, el poder de la batería de Nico Mc Brain y el golpeador bajo de Steve Harris.
Diez minutos antes de las 21:00 horas la banda británica salió para su tercera visita consecutiva en tierra azteca, y la respuesta de su público fue inmediata cuando los acordes de Satélite 15…the final frontier, que encabeza su más reciente álbum, inundaron el escenario.
Hasta ese momento la agrupación se entregó en un concierto hasta ese entonces de buena calidad con temas como El dorado, 2 minuts to midnight, donde por vez primera apareció Eddy, plasmado en un cielo galáctico que respaldaba una inmensa escenografía que emulaba una terminal área.
The Talisman y Coming home fueron las siguientes entregas, causando el furor de sus incondicionales mexicanos, que para ese entonces estaban rendidos ante el quinteto inglés.
Las matas volando, las manos con el tridente y otros más saltando en sus lugares eran las ofrendas con que el público ratificaba su cariño y admiración por la agrupación, idilio que confirmó Maiden al interpretar Dance of death, The trooper, The wickerman y Blood brothers.
Hasta ahí todo era luz en el concierto para la banda, hasta que a la mitad de la ejecución de When the wild wind blows, de la nada se dejó de escuchar el micrófono del cantante, mientras los demás instrumentos empezaron a percibirse opacos, provocando la rechifla de los presentes y gritos de inconformidad”.
La falla se alargaría hasta casi la finalización de The evil that men do, irritando a los fans de la tribuna del inmueble de la Magdalena Mixhuca, quienes habían pagado desde 350 y hasta 470 pesos por una localidad en esa zona.
Sin embargo, como buenos mexicanos de memoria corta, y porque en un concierto se va a disfrutar y no a padecer, los técnicos corrigieron para que de las bocinas otra vez el sonido poderoso del grupo se dejara escuchar hasta los baños con Fear of the dark, coreada de inicio a fin, y despedir con el himno homónimo de la organización europea acompañados de una butarga de poco más de tres metros en el escenario.
El grupo se retiró unos minutos para volver con un clásico de su repertorio, The number of the best, que enloqueció nuevamente a las hordas de metaleros que de la intolerancia por un mal sonido, pasaron a la conformidad y los aplausos.
Hallowed by the name y Runing free fueron el colofón y desenlace de una actuación más de Iron Maiden en el país, presentación que para muchos seguidores y especialistas se quedó corta con respecto a la antepasada visita.
Minutos antes de la aparición de la banda británica, Maligno, agrupación originaria de Monterrey, Nuevo León, que interpretó tres canciones, dedicando la segunda, The red witch, a Rita Guerrero, quien falleció el fin de semana pasado.
