Mazatlán, Sinaloa. Las trompetas, la tuba y los trombones retumbaron otra vez en el Aeropuerto Internacional Rafael Buelna Tenorio. La llegada de Rosa María Guerrero era muy esperada por sus familiares tras el gran esfuerzo que hizo y la llevó a obtener otra medalla en los Juegos Paralímpicos de París 2024.
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La paratleta, con sencillez y humildad, saludó a todas las personas que estuvieron esperándola en la puerta de arribos, donde su familia fue la primera en abrazarla y sentir ese calor que por un tiempo estuvo ausente de su hogar. Con un beso a una bandera, la presea en sus manos y asintiendo de agradecimiento, la sinaloense no paraba de agradecer a todos.
Guerrero escuchó las legendarias notas del “Corrido de Mazatlán”, “El Sinaloense”, “El Muchacho Alegre” al recorrer el pasillo del inmueble, los aplausos y los vitoreos de ¡”Rosa”, “Rosa” hacían eco en el lugar. Niños que salieron de sus clases para estar presentes, no perdieron la oportunidad para tomarse la fotografía del recuerdo, mientras ella los contemplaba, abrazados de ellos.
Decenas de personas se quedaron a esperar la aparición de la medallista, unos con maleta en mano o mochila en los brazos, pero no se quisieron perder el momento único que vivió Rosa María al recibir los galardones por parte de las autoridades deportivas y municipales.
El alcalde Édgar González Zataráin y Fabiola Verde, directora del Imdem, recibieron a la porteña y emprendieron un viaje corto hacia el ayuntamiento donde sería condecorada por haber conseguido por segundos Juegos Olímpicos un metal.