Enrique Serna presenta ‘La sangre erguida’ en La Feria del Libro

Ciudad de México.- El mexicano Bulmaro Díaz, el catalán
Ferrán Miralles y el argentino Juan Luis Kerlow comparten algo en común: los
tres son esclavos de sus penes. Mientras a los dos primeros no les funciona, al
tercero le ocurre todo lo contrario. Díaz está subyugado por una mulata
dominicana cantante de salsa, y Miralles, a pesar de su porte y su pinta, ha
desarrollado un rencor tremendo contra las mujeres, por causa de una
experiencia traumática en su etapa de iniciación sexual. Entre tanto, Kerlow,
que trabaja como actor porno, tiene el “don” de manejar las
erecciones a su antojo, situación que lo ha llevado a encontrar “un vacío
emocional y una resequedad del alma, que lo tienen en crisis”.
Así los describe el escritor mexicano Enrique Serna, al
hablar de su novela más reciente, La sangre erguida, que presenta en la Feria del Libro Los Mochis
2010, en punto de las 18:00 horas.
¿Cómo nace la novela?
?A mí siempre me ha causado asombro, desde la adolescencia
hasta hoy, la autonomía del pene con respecto a la voluntad. Y de esta
inquietud me surgió la pregunta de por qué Dios y la naturaleza nos dieron a
los hombres la capacidad de mover los brazos, las piernas, pero en cambio nos
privaron del control de nuestro pene, que es una parte del cuerpo tan necesaria
e indispensable para los momentos más cruciales de la vida.?
¿Qué tan ‘falocéntrica’ cree que es la sexualidad masculina
latinoamericana?
?Bastante. El afán de convertir el rendimiento sexual en una
cuestión de honor es algo que ha perjudicado mucho a las mujeres, pero también
a los hombres de Latinoamérica y España. No hay que olvidar que España exportó
al mundo el arquetipo del donjuán, y ese arquetipo sigue vigente,
desgraciadamente, en nuestras sociedades.?
¿Por qué ese interés por la sensualidad y el erotismo?
?Creo que es uno de los misterios más importantes de la
vida. Esa capacidad de abandonarse, de ceder la soberanía del cuerpo a la
persona amada es todo un arte espiritual, que depende de una disposición a
gozar la vida. De modo que en la novela erótica intervienen todos los
sentimientos, todas las experiencias; es realmente un género muy complejo. Esta
es la primera vez que escribo una novela erótica dedicada al tema. El humor es
otro elemento que atraviesa su obra.
?El humor cruel es la columna vertebral de toda mi obra. Es
algo muy importante en países como México, porque nos ayuda a neutralizar
situaciones de la vida que, de otra manera, podrían destruirnos. Burlarse del
dolor es una manera de trascenderlo. Me gusta reírme de circunstancias
aflictivas, que pueden destruir el ego en algún momento.?
Usted tiene un particular interés por los personajes
marginados o antihéroes.
?El marginado ve la vida, desde una especie de catacumba y
creo que esto le da una mayor profundidad para observar la realidad. Y aparte,
la observa desde el lado del dolor. Ese lado del dolor, en mi caso, creo que
trata de estar trascendido por el humor, pero un humor que linda con lo
grotesco y que, al mismo tiempo, a veces puede provocar cierto horror, como se
aprecia, en la novela, con Ferrán Miralles.?
¿Qué tanto le dedica a la estructura de sus libros?
?Cuando empecé quise experimentar mucho, como en mi novela
Uno soñaba que era rey, que tiene una estructura muy compleja, innovadora. Hay
capítulos totalmente dialogados, otros en forma de guión cinematográfico. Traté
de fusionar el lenguaje de la poesía barroca del Siglo de Oro con el lenguaje
de los chavos banda.
?Creo que eran pruebas, quizás, un poco riesgosas, en las
que el narrador se hacía presente en el texto con su voluntad de estilo. Creo
que he ido evolucionando; ahora, me gusta más escribir novelas en las que el
autor desaparece, detrás de su personaje y de su historia. Creo que esto
representa una cualidad estilística, quizá mayor, y es algo que he ido
comprendiendo con el paso del tiempo.
Con información tomada de www.eltiempo.com