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?Ellos no merecían morir así?

Familiares piden actuar con la rapidez que se esclareció el crimen de agente de EU

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?Ciudad de México.- No merecían morir así? no merecían (dice con voz quebrada)? pero sabemos que
estamos en manos del gobierno, de unos criminales que hacen lo que les viene en
gana?, dice la señora Sara Salazar, la madre de Josefina Reyes ?activista
asesinada en 2010? después de conocer el hallazgo de los cuerpos sin vida de sus
tres parientes que habían sido plagiados en Ciudad Juárez desde el pasado 7 de
febrero.
La suma de catástrofes en la familia Reyes Salazar es cada vez mayor y parece
exponencial. Desde noviembre de 2008, cuando murió asesinado en una boda Julio
César Reyes, hijo de Josefina y nieto de Sara, la tragedia los sigue.
Ayer fueron tres juntos. Organizaciones civiles se pronunciaron por un ?alto?
a la violencia contra activistas en la región de Ciudad Juárez, Chihuahua.
Sara, de 73 años, sumó a la lista de familiares asesinados los tres de ayer.
Cinco de sus descendientes ?cuatro hijos y un nieto? han perdido la vida de
manera brutal. Todos ejecutados.
Primero fue su nieto que, según denunciaba la madre de éste, Josefina Reyes,
desapareció en manos de militares y después fue encontrado muerto, el 15 de
noviembre de 2008.
Desde entonces Josefina empezó su lucha en denunciar los presuntos abusos que
el Ejército realizaba en la zona. El 21 de agosto de 2009 su otro hijo Miguel
Ángel, de 26 años, fue detenido acusado de delincuencia organizada, junto con
José Rodolfo Escajeda.
Ella murió asesinada el 3 de enero de 2010 dentro de su negocio de barbacoa.
Luego, en agosto de ese mismo año, su hermano Rubén, de 48 años de edad y
panadero de oficio, fue acribillado también.
?Víctima la que no lucha, la que se agacha. ¡Yo no! Hay animales que se
enconchan en el fondo del mar y de ahí no salen, yo doy la cara?, comenta Sara
Salazar desde un hotel en la ciudad de México, donde tuvo que guardar reposo
tras enterarse de la noticia. Ahora le toca sacar fuerzas, pero dice que no sabe
de dónde.
Mientras, en las inmediaciones del Senado, su hija Marisela ?quien había
estado en huelga de hambre como protesta para exigir el regreso con vida de los
tres familiares plagiados? exigió que los culpables sean encontrados tan rápido
como se dio con los asesinos del agente estadounidense Jaime Zapata, quien fue
acribillado en San Luis Potosí el 15 de febrero.
Marisela permaneció en ayuno durante 15 días en Ciudad Juárez para exigir que
sus hermanos Elías Reyes y María Elena Reyes, además de su cuñada Luis Ornelas
fueran encontrados con vida tras ser secuestrados por un comando armado mientras
andaban por la colonia El Millón, poblado de Reforma, en el municipio de
Guadalupe, del Valle de Juárez.
Aquel día su nieta Yarima, de 12 años de edad, lo presenció todo. ?Fuimos
hechas a un lado mientras veíamos cómo se llevaban a nuestra familia. Mis dos
hijos en una camioneta y mi nuera en otra, aparte?, recuerda Sara Salazar. Elías
Reyes, de 56 años, era panadero y sufría de embolia. Su esposa, Luisa Ornelas,
de 54 años, era ama de casa y tenía una discapacidad.
Para la familia Reyes Salazar parecería imposible seguir viviendo en
Guadalupe, una de las zonas más mortíferas del país. Tres de los nietos se
fueron a vivir a Estados Unidos.
Tras el hallazgo de los cuerpos sin vida, en las primeras horas de ayer, de
los tres secuestrados, la familia exige la renuncia del fiscal Jorge González
Nicolás. ?Él es el responsable directo de estos crímenes, debido a que no puede
con el cargo y por no haber garantizado la vida y la seguridad de la familia…
desde el primer día del secuestro de nuestros familiares solicitamos audencia
con González Nicolás, recibiendo siempre respuesta negativa?, mencionó Marisela
a la prensa.
La lucha por la justicia
Viuda y madre de 10 hijos, Sara Salazar no se considera ni víctima, ni
mártir. A ella le interesa dejar claro que las ejecuciones de los miembros de su
familia no quedarán impunes. ?Lucharé para que detengan a los asesinos de mis
hijos y reciban su castigo, seguiremos pidiendo justicia hasta llegar a las
últimas consecuencias?.
Cuando supo la noticia de que encontraron los cuerpos, lo primero que pensó
fue la cobardía de aquellos que le arrebataron a sus hijos. ?Desconozco quiénes
fueron los asesinos, pero pienso que el gobierno sí lo sabe?, menciona y asegura
haber tenido la esperanza de encontrarlos con vida.
Para ella, sus hijos y su nuera están ya descansando en paz. ?Ya no me los
están golpeando, ya no los están torturando?, dice en entrevista. ?Sigo en pie.
No le hace que tenga que salirme de Ciudad Juárez, no le hace que tenga que irme
a otra parte, yo voy a seguir luchando para que se haga justicia?.
Dice no estar cansada. ? Yo tengo que sacar fuerzas, no sé de dónde, pero
tengo que irme a sepultar a mis hijos… pero en Juárez ya no podemos estar; no
voy a exponer a mis demás hijos a mis nietos a más tragedias?.
No existe un sólo sitio en la tierra donde Sara Salazar se sienta a salvo;
sin embargo, ha aprendido a anestesiar el dolor, porque asegura: ?eso de dolerse
y llorar no me sirve de nada, los auténticos dolores se registran por dentro y
te modifican de veras?.
?Si tuviera un arma ya hubiera salido a matar a los asesinos de mi nieto
Julio César (de 23 años al morir) y de Josefina y Rubén; y ahora los asesinos de
mi nuera y mis dos hijos; pero no la tengo… Desde 2009 no he dejado de cavar
tumbas para mis hijos. Mis pérdidas ya son muy grandes; yo les tenía prohibido a
mis hijos morirse antes que yo y no me hicieron ningún caso.
?Mis únicas armas son mi voz, mi fuerza, mi grito, ese grito que a ellos les
quitaron al momento de silenciarlos a balazos… balazos en la cabeza, cinco,
10, 15 balazos en el cuerpo, en la cabeza de mis hijos… ¿por qué tantos, Dios
mío??, pregunta Sara.
Saúl Reyes, de 40 años, hijo de la Sara Salazar, y quien fue el encargado de
reconocer el cadáver de sus hermanos y su cuñada, comenta a su vez: ?Somos
conocidos en el Valle de Juárez y colaboramos ampliamente en las gestiones que
derivaron en la fundación del Colegio de Bachilleres; hemos participado en la
defensa de los derechos de las mujeres que trabajan en las maquiladoras,
encabezamos la exitosa lucha en contra del tiradero nuclear de Sierra Blanca, y
logramos la detención de depredadores sexuales del Valle.
?Hemos ganado algunas batallas tanto ambientalistas como en defensa de la
sociedad?, dice quien ahora administra la panadería propiedad de la familia
Reyes. Saúl es el único hombre de la familia que permanece ileso y libre.

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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