Culiacán, Sin.- En un rincón de la sala de espera del Hospital General de Culiacán están Álvaro Pérez González y su madre. Él, los ojos rojos y opaca la mirada de tanto no dormir; ella, el rostro demacrado y el cuerpo pesado de cansancio.
Un “tendido” en el rincón y unos cuantos “trapos” en una bolsa ofrecen un visión equívoca de dormitorio. Un bote a manera de ánfora con una hoja rotulada a tinta negra sobresale en una repisa.
En esa tierra que nadie les prometió han vivido los últimos 49 días en un ir y venir y en un tocar y pedir. En un vivir y sufrir…
Desde el fondo de su cansancio Álvaro recorre el sitio. El murmullo de voces es ininteligible. Un altavoz pronunciando nombres sin cuerpos, un deambular de personas y el arribo de heridos con sus dolientes… Una babel en la zona de vida y muerte.
“Hemos llorado…” suelta Álvaro, y dirige la mirada a la entrada al área de urgencias del “Bernardo J. Gastélum”, por donde ingresó su hijo Juan Carlos el 3 de julio, dos días antes de su cumpleaños número 21.
El deslave de un cerro lo mantiene hospitalizado. Unas rocas le fracturaron un brazo y le ocasionaron heridas y exposición de vísceras en la sierra de El Triguito, allá en lo alto de Badiraguato de donde es originario.
Las 14 intervenciones quirúrgicas han diezmado los bienes de sus padres y familiares. Vendieron lo vendible y ahorra recurren a la ayuda y la solidaridad.
“…y pues ya no tenemos pa’ los medicamentos porque es muy recaro… Nos vienen recetas de 14 mil pesos, de 13 mil pesos, de 9 mil pesos, y pues ya no alcanzamos…” sostiene.
El dinero de la venta de terrenos y vehículos se les ha hecho nada. Entre medicamentos y alimento especial para Juan Carlos se han ido sus bienes.
“Vendimos un carro y una moto, vendimos dos terrenos y ha de cuenta que (el dinero) nos lo pintan, nos los untan en la cara…”
Álvaro “despabila” pa’ todos lados. Observa y escucha el murmullo de voces de la gente que espera noticias de sus enfermos en una sala de mucha espera. Su madre lo mira desde el fondo de su mirada.
“Ahorita no tenemos para darle el alimento que nos lo están pidiendo… no tenemos para dárselo… Hemos llorado…” expresa.
La situación los ha hecho recurrir a entidades gubernamentales y de caridad en Culiacán y Badiraguato, al boteo y a tocar puertas en comunidades de la sierra de donde son originarios. La ayuda aquí, en Culiacán, se les ha negado.
“Hemos ido al palacio de gobierno, hemos ido al ministerio público, hemos ido a Cáritas, hemos ido al DIF, hemos ido a Badiraguato… aquí no nos han dado nada”…
En ese rincón de la sala de espera del Hospital General de Culiacán están Álvaro Pérez González y su madre esperando…
Si desea ayudar, puede hablar a los teléfonos 6737383849 y 6971077087.
mg
