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Wes Anderson: ?No busco influir en nadie, solo contar historias?

'Un reino bajo la Luna', la nueva cinta del director tejano estrenada en Cannes, tiene el sello inconfundible de su autor: disfuncionalidad de los personajes, extrañeza ante una realidad turbia y conflictos interiores resueltos con humor y drama

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Los Ángeles.- Se le considera un auteur ?esto es, un director con una
idiosincrasia tan específica que se vuelve rúbrica de estilo en su obra? pese a
su juventud, y es que cada una de sus obras (desde la aparición de Bottle
rocket, en 1996) ha sido aclamada por la crítica y le ha valido cada vez
mayores muestras de cariño de parte de un público que se encuentra identificado
con los personajes que ha presentado en cintas como Los excéntricos Tenenbaum,
Academia Rushmore, La vida acuática con Steve Zissou, El fantástico señor Fox o
la más reciente, Un reino bajo la Luna, que abrió el pasado festival
internacional de Cannes y ha sido una sensación desde su estreno.
Sin embargo, más allá de todo el reconocimiento y la fama,
Wes Anderson (Houston, Texas, 1969) es un hombre modesto, sencillo, que se
expresa con una mezcla de claridad y timidez, su sello personal junto con un
peculiar sentido de la moda y una excentricidad natural que ha sabido imprimir
a sus filmes.
?Una de las cosas que me gusta dramatizar, y que a veces es
divertido, es ver cómo alguien se cae a pedazos y luego debe volverse a pegar.
Aunque en la realidad eso no tiene nada de gracioso, creo que en la ficción
sirve para plantear un conflicto y puede ser útil para una narrativa. Por
ejemplo, el personaje del padre, que hace Gene Hackman en Los Tenenbaum, no es
una persona entrañable o un hombre particularmente evolucionado, pero de alguna
manera Gene lo hizo divertido; era el material que estaba trabajando y el punto
de la historia era ése, romperse, para volverse a unir?.
-Pero ese es un tema recurrente, podría decirse que son
estudios de la disfunción…Es verdad, por lo general, los personajes están inspirados
en una combinación de personas y, sí, no hay historia si no hay algún
conflicto. Las cosas no suelen ser memorables cuando todo el mundo está reunido
y contento. Creo que todo el mundo se siente solo y atrapado a veces. Yo creo
que es más o menos la norma, y mis personajes son más o menos eso, un tanto
extraños porque están en una película, pero finalmente, muy parecidos a
nosotros. La inspiración para crearlos proviene de la vida misma y la vida en
sí misma, es disfuncional, después de todo. Solo buscamos hacer un reflejo de
ella, exagerado y filtrado por la sensibilidad del cine, pero reflejo, al fin y
al cabo.
-Suzy y sam, los protagonistas de un reino bajo la luna,
tienen 12 años. ¿Fue muy diferente colocar a niños al centro de este espejo de
disfunción existencial?En efecto, son niños, pero eso no quiere decir que sean
alienígenas o ajenos a las emociones que nos forman. En la trama, su
infelicidad es parte de su razón para darse a la fuga. Ese es el punto de
partida de estos niños. Pero lo principal que me interesaba era contar un
romance a esa edad. Cuando escribí el guión con Roman Coppola, trataba de
recordar la fuerza de esos sentimientos cuando uno tiene esa edad. Cualquier
sentimiento románticos a los 12 años es como entrar en un mundo completamente
diferente, más intenso, amplificado. Todo se extrapola y de ahí surge la idea
del filme.
-Pero usted tuvo una infancia comparativamente feliz?Mucho. Mis hermanos y yo crecimos felices. Pero eso no
quiere decir que no tuviera una idea de lo difícil que es ser un niño o una
niña de 12 años, especialmente en una atmósfera como la que se presenta en la
película: muy cerrada y aislada, donde la infelicidad de los adultos de algún
modo contagia la esfera de su infancia. Un reino bajo la Luna en realidad no
tiene nada qué ver con mi niñez, pero creo que en cierta forma nos habla a
todos porque tiene elementos universales que nos hablan a todos los que alguna
vez tuvimos esa edad y nos enamoramos de alguien a esa edad.
-Aquí cuenta de nuevo con Bill Murray y Jason Schwartzman. Esta
es una especie de familia. ¿Es importante tener esa sensación de normalidad, de
una familia que te rodea, con el fin de crear situaciones como las que plasma
en este filme?No creo que ninguno de nosotros se considere ?normal?
(risas). Es probable que juntos seamos más bien como una familia de locos, cada
uno con su tema. Pero hay una energía creativa extraordinaria que proviene de
personas que son amigos. Sea cual sea la química, está en juego durante el
rodaje, va a estar ahí en la película terminada, y si tú, como director,
quieres algo de electricidad, necesitas reunir los elementos que te la den, y
en mi caso, es trabajando con ellos.
-No hay una sola toma en su obra que no se identifique como
una película de anderson. Incluso la animación stop-motion de mr. Fox es única;
solo podía ser suya. ¿se considera un artista perfeccionista?No lo sé… Creo que realmente en el momento en que ensayas
en el set y capturas algo espontáneo, es como magia. Luego hay un proceso muy
largo donde se puede ir mejorando y volver a trabajar, ¿me explico? Me gusta
hacer eso, siempre tengo la sensación de que está mejorando un poco y un poco
más cada vez, y al final va a ser un poco mejor de lo que creamos al principio.
Los actores que trabajan conmigo, son muy generosos y entran en ello. Siento
que mis películas responden a eso y no sé si lo veo como perfeccionismo o si
solo es que me gusta trabajar como yo quiero. Verás, el tipo de películas que
hago puede ser interpretada de muchas maneras, y con razón alguien puede
odiarlas o quererlas por muy buenas razones.
-¿Le molesta que los espectadores puedan perder el punto que
está tratando de plantear?Por lo general yo trato de no pensar en cómo querría que
alguien reaccionara al ver una de mis películas. La mayor parte del tiempo mi
atención se centra en que crean que el personaje está sintiendo algo, y que
esto que siente es real. Normalmente no me pongo a pensar en si esta es una
escena cómica o no. Casi siempre hay algún tipo de mezcla de ambas cosas, y
creo que a veces esto hace que una película funcione en mayor o menor grado,
que conecte o no con el público, algo que no puedo controlar de ninguna manera.
Cuando haces una película te estás abriendo a algo que te podría hacer sentir
muy mal. Como creador no quieres estar demasiado concentrado en eso, en las
reacciones. Solo haces tu trabajo y esperas que le llegue a alguien. Es como
echar una botella al mar.
-Así como en usted influyeron directores de los setenta como
Hal Ashby, Mike Nichols o Louis Malle, usted ha influido en directores
actuales. ¿Qué opina al respecto?Me halaga. Pero creo que es aún demasiado pronto como para
hablar acerca de si puedo o no influir a alguien. Yo solo hago estas películas,
cuento estas historias. Pero cómo cada espectador las interpreta, es una
cuestión tan íntima para ellos, como lo es para mí crearlas. No busco influir
en nadie, solo contar una buena historia, quizá compartir una emoción. Poco
más.YRM

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

Liz Douret

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