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?A fuerza querían que dijera que era zeta?

Daniel Rodríguez Morales narra que tres días fue torturado por marinos; me fabricaron pruebas

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??Monterrey, NL. ‘Nosotros te vamos a arreglar la columna, cabrón’, le
gritaron a Daniel Rodríguez Morales, cuyas piernas no le respondían y era
cargado por dos marinos al entrar a lo que parecía un gimnasio. Lo colgaron de
las manos. Desnudo, con los ojos vendados. El golpe inicial de una tabla
de madera en las nalgas lo hizo estremecerse de dolor. Luego siguieron las
quemaduras en todo el cuerpo, las patadas en la columna vertebral, los puñetazos
en las costillas… Aguantó el tormento físico en silencio para no darle gusto a
sus verdugos que le exigían que gritara. Apretó las quijadas y los dientes hasta
que lo intentaron ahogar con una bolsa de plástico. En ese momento emitió un
grito desgarrador. Un golpe seco en la nariz y en la frente lo llevó a la
oscuridad reparadora de un desmayo momentáneo. Al despertar, los torturadores lo
esperaban para continuar con su tarea, la cual duró tres días.
?Di que la Marina te rescató ?le exigían sus captores. Di que eres zeta, que
vendes droga, que eres del crimen organizado?. Daniel se rehusaba. No podía
aceptar someterse a una mentira: ?Pensaba que me iban a matar. Éramos varios.
Sólo oía los gritos y el llanto de otros. Me decían: ?ya se nos murió uno.
¿Quieres ser el próximo? Coopera?. Cuando me iba a derrumbar tomaba fuerza
pensando en mis dos hijos, en mi mamá, en mis hermanos. Quería despertar. Quería
que se acabara aquella pesadilla.?
Integrantes de la Armada de México lo detuvieron el 15 de octubre por la
mañana en la calle Uranio, colonia San Pedro 400. Ocho marinos entraron a su
casa sin orden de cateo y se lo llevaron sin orden de detención: ?Nunca dijeron
a quién buscaban, sólo me agarraron de la camiseta y me la pusieron en la
cabeza, me estiraron del escapulario de San Judas Tadeo que traía en el cuello y
me abrieron la cabeza de un cachazo. Desperté cuando me bajaron entre dos. Me
torturaron durante tres días. No me dieron de beber ni de comer; no me permitían
dormir. A fuerza querían que dijera que era narco?.
Daniel habla mientras camina con mucha dificultad. Usa bastón. La mañana es
luminosa. El sol brilla en el patio del penal de Apodaca, Nuevo León. Su madre,
Blanca Eva Morales, le ha traído carne con mole y arroz para almorzar. Su
hermano Víctor está sentado en la mesa esperándolo. Han pasado tres meses de la
tortura y las secuelas se traducen en intensos dolores que mitiga con las
medicinas que su familia le trae cada semana: ?Estoy desesperado, deprimido,
hundido. No hice nada y aquí estoy por un montaje de la Marina. Me fabricaron
delitos. Me sembraron pruebas. Alteraron todo. Dicen que me detuvieron en otra
parte. Me convirtieron en zeta. Sacaron un comunicado y mi nombre está en
Internet. Soy inocente. ¿Qué va a pasar cuando salga de aquí? ¿Cómo voy a
recuperar mi buena reputación? ¿Cómo voy a conseguir trabajo? Me han
destruido?.
La entrada de periodistas al penal para ver a Daniel no está permitida. Su
caso, como el de otros nueve presos, es considerado como un asunto delicado.
Esta reportera entró a través de los controles de visita familiar, con una cita
previamente acordada con el interno: Mi mamá intentó que otros medios
denunciaran lo que me pasó, pero nadie quiso por tratarse de la Marina. La gente
le tiene mucho miedo a los marinos; yo en cambio les tengo coraje. No es justo
lo que me hicieron, comenta y muestra las huellas de torturas en las fotos
tomadas por su madre cuando lo presentaron ante el juzgado quinto federal.
 
El montaje
¿Quieres abecedario o las vocales?, le preguntaban los torturadores a Daniel.
Se trataba de darle un tablazo por cada letra: ?Querían que me quebrara. Me
dejaban tirado en el piso. Apenas me mojaban los labios con agua. Nunca pude ver
el lugar, pero parecía un gimnasio. Cerca había unos baños. Recuerdo el olor y
hasta allí me llevaban. Nunca dejaron de golpearme. El tercer día me dijeron:
Mucho cuidado con hablar y contar algo. Si lo haces, mataremos a tu familia.
La Secretaría de Marina tiene su destacamento en instalaciones deportivas
ubicadas en avenida López Mateos. Tres días después del operativo en la calle
Uranio, colonia San Pedro 400, emitió un comunicado donde señalaba que había
detenido a 10 hombres pertenecientes a un grupo del crimen organizado,
concretamente a Los Zetas. El documento decía que en la operación aseguraron dos
AK47 (cuerno de chivo), un fusil ametralladora M-1 calibre 30, dos armas cortas,
111 cartuchos de diversos calibres, 220 dosis de cocaína, 440 dosis más de
crack, 80 gramos de mariguana, un vehículo y equipo de comunicación.
Cuando la Marina presentó a los 10 detenidos ante la Procuraduría General de
la República el Ministerio Público se sorprendió: ?Se quedó asustado al ver lo
golpeado que estábamos. Nos dijo: ?Cómo los han dejado?. Pero nadie intercedió
por nosotros. Yo traía el ojo derecho cerrado por los golpes. En las heridas de
las muñecas traía pus. No podía caminar. Estaba muy adolorido. En ese momento
conocí a los que supuestamente eran mis cómplices?, cuenta Daniel.
Para su sorpresa, Daniel descubrió que no era el único inocente acusado
falsamente por la Marina. En el penal se fue familiarizando con cada uno de los
detenidos que componían la supuesta célula de Los Zetas. Cuenta que tres fueron
sacados por los marinos de un taller mecánico cercano a su casa en San Pedro;
otros tres lavachoches los detuvieron en el estacionamiento del supermercado
Soriana y dos eran camioneros que fueron detenidos una noche antes en un
enfrentamiento que ocurrió en Santa Catarina, donde murió un marino. Ambos se
resguardaron de la balacera en la tienda de una gasolinera: Un trailero trabaja
en Vitro y llevaba la carga. Tiene todos los documentos que avalan el recorrido
que hizo. Iba a Tepic, de donde es. El otro trailero es de Querétaro. Los tres
compartimos celda.
Todos han tenido la oportunidad de contarse sus historias y cotejar los datos
con los que cuentan. El proceso que se les sigue es por pertenencia al crimen
organizado. La Marina no se ha presentado en las pasadas dos citas jurídicas:
Todo fue un montaje. Fueron levantando inocentes por puro coraje, porque les
mataron a uno de ellos y querían presentar a los culpables de cualquier manera.
Ahora saben que el caso no se sostiene. No tienen nada de lo que dicen. Hay
muchas contradicciones en el expediente.
Daniel es un gran amante de la música. Y ha trabajado como DJ en bares y
discotecas. Estaba desempleado desde hacía unos meses, intentando recuperarse de
sus problemas de columna. Su madre lo ayudaba económicamente: Lo único que
quiero es salir de aquí y olvidarme de todo. No he dejado que mis niños me
vengan a ver. No lo soportaría. Sólo pienso en abrazarlos y estar nuevamente con
ellos, dice llorando.Madre Coraje
Blanca Eva Morales tuvo cinco hijos. Al nacer el último, con una deficiencia
mental, su esposo la abandonó. Eso fue hace 18 años y desde entonces los ha
sacado adelante: “Yo vendo zapatos, ropa, trabajo todos los turnos que haga
falta porque no quiero que anden mal vestidos ni que les falte nada”, dice
mientras sirve el mole y anima a Daniel a comer.
Tiene los ojos verdes. Lleva recogido el pelo en una coleta. Usa pantalón de
mezclilla y camiseta. Parece una mujer enérgica, pero su cara amorosa se expone
en cuanto mira a Daniel. Todos los días que puede viene a verlo a la cárcel. Le
trae despensa, medicinas, cobijas, ropa, calzado: “No puedo dejar que se me
venga abajo”.
Recuerda la angustia que padeció mientras el joven estaba desaparecido y el
vía crucis judicial de estos últimos tres meses. Se limpia las lágrimas. Da un
trago al refresco y dice: ?Fui y me paré a la Marina hasta que apareció. Les
gritaba. Los escupía. Les decía: ?Deténganme a mí, desgraciados. Si me lo matan,
no se la van a acabar?. Yo sabía que lo estaban torturando. Allí estuve día y
noche. Me tomaban por loca. Yo pensé: si me lo entregan va estar bien golpeado.
Me lo van a dejar peor de la columna. Tal vez tenga que volver al pañal y la
sonda, pero no me importa. Si me lo matan, lo van a desaparecer?.
Blanca es policía y conoce los entresijos del sistema judicial: “Fui viendo
los detalles del expediente. Todo se cae por sí solo (…) Me entró mucho
coraje. Fui y hablé con la directora de la Comisión Estatal de Derechos Humanos
y no quiso hacer nada. Le pedí ayuda a mucha gente. Nadie quiso hacer nada. Todo
mundo le teme a la Marina. Yo no”.

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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