Mazatlán, Sinaloa. El 15 de febrero de 1874, el entonces teatro Rubio abrió sus puertas no solo para ser el recinto cultural y social por excelencia en un puerto que estaba en franco desarrollo, sino también para ser un referente y un impulsor de los espacios culturales de todo el noroeste del país.
Con el paso de los años, el recinto cultural más emblemático de Mazatlán no sólo escribió historias por los eventos de ópera, teatro, box, hasta llegar a los carnavales de esta ciudad que ahí se han realizado, pasando por todo tipo de actividades sociales y hasta gubernamentales.
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Su construcción, esplendor, pero también su decadencia y hasta la intención de derrumbarlo luego de que el huracán Olivia le destruyó el techo tras muchos años de abandono, fueron recordados esta noche durante la presentación del libro “Teatro Ángela Peralta 150 años”, de los escritores Sergio López y Juan José Rodríguez.
El cronista de la ciudad, Enrique Vega Ayala inició la presentación recordando el origen de este monumento histórico nacional de Mazatlán.
“Tenemos razones de sobra para celebrar la vida, el abandono y la revitalización de este majestuoso escenario levantado gracias a la iniciativa de don Manuel Rubio, del diseño del ingeniero Andrés Librado Tapia. Este recinto ha sido 3 veces inaugurado e invariablemente ha mantenido su vocación como centro de espectáculos”.
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Sergio López destacó que el Ángela Peralta es el teatro más antiguo del noroeste de México e incluso provocó una ola expansiva para la creación de escenarios para las artes en distintos estados del territorio nacional.
La joya arquitectónica y cultural de esta ciudad cambió de nombre cuando la cantante mexicana más reconocida a nivel mundial, Ángela Peralta, falleció aquí de fiebre amarilla a los 38 años, el 30 de agosto 1883. No alcanzó a presentarse en el teatro, pero este fue cerrado por la pandemia que provocó tal enfermedad.
Para 1985, el ayuntamiento quiso demoler el viejo edificio abandonado por considerar que era un peligro para ese sector de la ciudad, pero en 1987 el arquitecto Juan José León Loya y el alcalde José Ángel Pescador Osuna, junto a su esposa Efigenia Hernández, impulsaron el proyecto de rescate que fue arropado por el entonces gobernador Francisco Labastida Ochoa, lo que finalmente permitió su rescate y nueva inauguración en 1992.
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Por su parte, Juan José Rodríguez destacó que en los últimos 30 años la vida cultural de la ciudad gira en torno al TAP, por lo que se le debe dar el lugar que se ha ganado entre los mazatlecos.
Mientras tanto, la presidenta municipal Estrella Palacios Domínguez se unió a la celebración de un teatro que se ha reinventado junto con nuestro puerto, para formar parte de la identidad mazatleca.
“El Mazatlán que amamos está construido por muestras memorias y afectos compartidos, de los que nuestro teatro ha sido parte y ha sido también guardián. Por eso, en este 150 aniversario y encabezando un gobierno que comprende al humanismo y a la cultura como una parte esencial del patrimonio de las y los mazatlecos, les invito sumarse en el fortalecimiento de este recinto”.
