Mazatlán, Sin. – Faltando 5 minutos para las 3:00 de la tarde, los dos féretros son sacados del interior del domicilio para llevarlos a la carroza fúnebre. El de la pequeña Gala es de un blanco inmaculado, y el de Angélica, su madre, de color café sobrio.
Ambas fallecieron la tarde-noche del martes, cuando fueron arrolladas sobre la carretera Internacional México, frente a la comunidad de La Urraca. Venían de medirle el vestidito a la bebé de 1 año 3 meses, porque sería bautizada el mero Día de la Virgen de Guadalupe.
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Por las calles de tierra avanza la carroza, seguida de familiares, vecinos y amigos; el dolor se acentúa al escuchar una melodía triste interpretada por un grupo norteño que canta “Sufrirás, llorarás, mientras te acostumbres a perder, después te resignarás, cuando ya no me vuelvas a ver…”.
El llanto de los deudos se mezcla con el de los vecinos, y al ir avanzando poco a poco hacia la carroza, más personas se van juntando.
Todos quieren darle el último adiós a Angélica, la mujer que fue buena madre y buena amiga; también están ahí para despedir a Gala, la pequeña que iba en brazos de su mamá cuando ocurrió el fatal accidente.
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El cortejo fúnebre continúa avanzando a pie hacia la iglesia, donde le ofrecerán una misa de cuerpo presente para después llevarlos al panteón de la comunidad, que se encuentra a la salida de Barrón, para el eterno descanso de ambas.
Son decenas de personas que van acompañando la carroza y a la familia. Al llegar a las afueras del templo, Ricardo sale del mismo, para recibir y cargar el féretro de su hijita Gala, lo carga en brazos y lo lleva al interior de la iglesia, donde ya el cura espera para orar por las almas de Angélica y su bebé.
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