Culiacán, Sin.- En el hogar de los González Villarreal la visión es engañosa como una de las tantas trampas de la nostalgia.
Quienes conocen la historia dudan si no es una jugada de la memoria o un engaño de los recuerdos.
Tres historias se mueven entre abrazos y apapachos en su solar baldío. En la casa de atmósfera rural, de patio enorme y con olor a barro.
Los años han puesto una línea más en la expresión facial de la familia pero han mantenido intacta la memoria.
Once años pasaron ya pero José Regino, Luis Alfonso y Simón son recordados como se fueron, y hoy acogidos como unos de los suyos.
Aprehendidos el 4 de marzo de 2008 en Malasia y acusados de la producción de metanfetaminas, los González Villarreal sintieron la soga al cuello en un país en el que el narcotráfico se castiga con la horca.
La diplomacia del gobierno mexicano y las plegarias de la familia llegaron adonde tenían que llegar. Primero con la conmutación de la pena de muerte por la cadena perpetua en 2012 y hoy con el perdón e indulto.
Por eso quienes vieron a José Regino, Luis Alfonso y Simón la noche del viernes se frotaron los ojos para cerciorarse si no era un engaño de la memoria.
No lo era.
Enclavado en la colonia Loma de Rodriguera, el hogar de los González Villarreal vivió sensaciones indescriptibles el 10 de Mayo, el Día de las Madres.
Allí, de cuerpo entero se encuentran los hermanos en su segunda vida luego de librar el patítulo a 15 mil 494 kilómetros de distancia de la tierra que los parió al mundo.
Vivos se fueron y con vida regresaron.
Hambrientos de cariño, y el saberse libres y sin el acoso de la Muerte, los hermanos se dejan apapachar como preámbulo de un nuevo día, de una nueva vida…