Guasave, Sin.- Con todos los “poderes” de protección, Karla Montiel presenció por segunda vez en su vida el eclipse total de sol en Guasave, y, por sí o por no, ella traía puesto su collar de ojos de venado, dijes de cuarzos como ámbar y amatistas, un paliacate rojo en la “mollera”, una medalla de San Benito y hasta portaba ropa interior de color rojo, todo lo que por creencias ancestrales sirven para cuidarse del eclipse.
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Estas protecciones, dijo que son parte de su cultura familiar, de culturas mesoamericanas que indican que el día del eclipse los espíritus del inframundo suben y para eso se usan los amuletos, supuestamente para no ser poseídos o que no te roben tu energía.
“Traigo todo tipo de protecciones, porque se supone que en las creencias de la cultura mesoamericana se supone que en los eclipses en ves del cielo los espíritus del inframundo de abajo de la tierra suben. Según se usan protecciones para no ser poseído o que no te roben la energía. Hay una conjunción de cosas bien chistosas que se contraponen con la ciencia”, explicó.
Karla Montiel recuerda que tenía 11 años cuando ocurrió el eclipse lunar en el 91, vivía en Guadalajara y su padre les fabricó la caja oscura para que ella y su hermano pudieran observar el fenómeno, y aunque estuvo nublado ese día en aquella ciudad, logró visualizarlo.
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En su memoria se mantiene firme el recuerdo que ese día el 11 de Julio de 1991 se oscureció y lo curioso fue que todas las aves se refugiaron en los árboles y se empezaron a escuchar la fauna nocturna, grillos hasta el canto de los búhos. Karla recordó que se sintió frio ese día.