Culiacán, Sin.- La Casa de los Famosos es el reality show internacional que está acaparando las conversaciones entre la sociedad. Puedes amarla o quizá odiarla, pero sin duda estarás conectado de alguna manera con el programa y esto tiene una explicación psicológica.
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El reality trata de aislar del contacto social a 16 personajes del medio artístico, desde conductores, actores e influencers, hasta cualquier personaje conocido entre la sociedad. El objetivo es mantenerlos en una observación continua, las 24 horas del día, durante más de dos meses.
En un análisis para Línea Directa, el psicoterapeuta Juan José Díaz explicó los puntos psicológicos que hacen de este reality un imán para las personas.
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Uno de los elementos más claros es la curiosidad social, pues hace que quienes conocen del programa sientan la necesidad de saber qué pasa o qué puede llegar a pasar entre las 16 diferentes personalidades que están dentro de esta casa aislada.
Además, en términos de psicología, el poder del drama es uno de los recursos más utilizados por los creadores de este formato, pues constantemente crean escenarios indirectos que llevan a los participantes a envolverse en escenas dramáticas, entre estas, problemas, vínculos emocionales, controversias y temas sensibles en la sociedad, que finalmente terminan atrapando a los espectadores.
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Juan José Díaz reconoce que, para la sociedad, “sentir control” da la sensación de participación a los seguidores. Esto se debe a que el formato del proyecto consiste en tener el poder de votar y decidir quién se queda o quién es eliminado del reality, lo que genera una sensación de poder al público, alimentando una sociedad expectante.
“Son experimentos sociales que se llevan a la televisión perfectamente bien diseñados para influir intencionalmente en el espectador y los habitantes. El hecho de dividir en dos cuartos, estamos hablando de una intención de establecer cierta rivalidad, sobre todo los nombres que le ponen, “Mar” y “Tierra”, elementos completamente contrarios” resaltó Juan José Díaz.
Por otro lado, existe el contraste entre quienes rechazan el programa y quienes lo siguen. Esto genera más debate entre conversaciones encontradas, que finalmente terminan atrayendo a los que rechazan el proyecto a verlo para encontrar más razones para descalificarlo, convirtiéndose en espectadores cotidianos que forman parte de los altos niveles de audiencia.
