Guasave, Sin.- La fecha fatal había llegado, los jovenazos de 40 a 49 años por fin en Guasave acudirían a inmunizarse contra el COVID-19, que a muchos de ellos ya los visitó; la convocatoria estaba hecha a la ciudad pero sólo para aquellos que habitan las sindicaturas de la zona norte del municipio.
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Poco después de las 10:00 horas y cuando el centro de vacunación en ECEA estaba abarrotado a más no poder, con una cola impresionante de casi dos kilómetros, los rumores empezaron a crecer, habían abierto el punto vehicular que se había anunciado pero sin convocatoria, era libre, había que acudir en el vehículo y con el expediente prellenado, quienes se enteraron inmediatamente no tardaron más de 10 minutos en aplicarse la primera dosis del biológico Sinovac, el resto empezó a correr la voz en las redes sociales con el brazo por fuera del vehículo y la jeringa al interior.
Ahí el director regional 04 del Programa de Bienestar, Daniel Hibraim López Armenta, explicó el por qué no se había difundido el llamado a este punto de vacunación alternativo, igualito como en los Estados Unidos, que suponen dará agilidad a la jornada.
“No hicimos pública la apertura de este punto porque es una prueba piloto, primero vamos a pulir la dinámica, al principio empezó con poca afluencia como teníamos planeado, ahorita ya se corrió la voz, se está atendiendo a mucha población, la permanencia de este punto va a depender mucho de que la población acate las indicaciones”, sostuvo.
La confirmación de la apertura del punto a través de los “Sin Tornillos”, de La Mera Jefa, disparó sin duda la fila de vehículos cuyos conductores dejaron lo que estaban haciendo para correr tras el biológico, la euforia estaba al tope, las llamadas telefónicas no cesaban, amigos, familiares, conocidos y demás querían saber si podían arrancarse a la fila para ser de los primeros y “desocuparse” de una vez.
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Así fue, las impresoras empezaron a disparar como “pan caliente” los expedientes prellenados, en los laterales del malecón “María del Rosario Espinoza” la gente buscaba el final de la fila de unidades motrices.
Y ocurrió lo que se temía:
“¿Dónde va la cola?”.
“Tenemos como 3 horas, allá donde empieza el vado agarramos la fila”, se quejaban algunos conductores ya para ingresar a la zona de vacunación.
Inmediatamente el cuestionario del personal de vacunación sobre el estado de salud y la broma de aquellos que han ingresado a los 40 pero que se siguen sintiendo jóvenes.
“¿Alguna transfusión sanguínea en los últimos 3 meses?”
“No. Controlado pero con esquizofrenia”, le cuestionaban en el primer filtro donde pedían el expediente buscando afecciones que impidieran o confirmaran la aplicación del biológico.
No podías evitar sentir un ligero escalofríos que generaba incertidumbre, ¿me caerá mal?, ¿será buena esta vacuna? ¿y si mejor me espero?, eran las preguntas que retumbaban en la mente, finalmente ya no había forma de evadir la jeringa, en el siguiente punto el comprobante de vacunación ya era desprendido del expediente.
“¿Y la vacuna?”, cuestionaba un enfermero mientras el paciente ya con el brazo listo manipulaba el celular para la toma de la selfie.
“Listo, ya quedó, se va a presionar, no se va a tallar y ya”.
Posteriormente a las indicaciones, el siguiente punto, unos 10 minutos más en el espacio de recuperación para al interior de la unidad, un repaso por el organismo esperando sentir o no hacerlo, pero en caso de que así fuera, qué mejor que ahí donde estaba la ambulancia de la Cruz Roja y los médicos disponibles, no había mucho que esperar, la salida estaba a punto de cruzarse y las recomendaciones del inicio quedaban atrás, sí es posible el consumo de mariscos, carnes rojas, lo único que dolía y pesaba más eran quizá los tres días de abstinencia alcohólica que de esa sí, no se librarán por nada del mundo.
